Asombra ver que una de las ciudades más avanzadas del mundo está alarmada por un brote de sarampión, que empezó a dar la cara en octubre y que, con los últimos casos registrados por el Departamento de Salud, suma ya 535 contagiados, en su mayoría a la comunidad judía ortodoxa de Brooklyn. Las autoridades han urgido a los neoyorquinos a inmunizarse, por lo «extremadamente contagioso» de la cepa, y el pasado 9 de abril se declaró el estado de emergencia en la zona donde se concentran los casos y se emitió una orden para que adultos y niños de más de seis años se vacunaran en 48 horas. La «moda» de no vacunarse cuesta muy cara: hay más de 40 hospitalizados, parte de ellos en la unidad de cuidados intensivos.