Hasta tres veces le llamó la atención ayer la presidenta del Congreso al diputado cordobés del PP Rafael Merino, que en lugar de exponer la pregunta que había presentado por escrito para el ministro Zoido, optó por defenderle de las críticas que recibía a cuenta del piso que no ha llegado a ocupar el director general de tráfico. Al final, la regañina y protestas de Merino reclamando libertad de expresión, dieron el contrapunto a un día en el que Soraya Sáenz de Santamaría había reprochado a la portavoz de Podemos, Irene Montero, la falta de modales y de respeto hacia las instituiciones que, a juicio de la vicepresidenta, mantiene la formación morada, y hasta se diluyó el «sinvergüenza» que le espetó por lo bajinin Pablo Iglesias desde su escaño.