Solo puedes elegir entre la muerte o el terror del bote. No es fácil. Es terriblemente duro. Tú y tu familia escogéis el bote. Se ha abierto una vía de agua. En el horizonte, el barco que puede salvarte. Cada vez más lejos. Ya no lo ves. Ha desaparecido. Tú y tus hijos, también.

Si no hay barcos de rescate en el Mediterráneo, son muchas las personas que mueren tratando de llegar a la orilla del futuro. Si hay barcos, las mafias lanzan botes destartalados sin apenas combustible esperando que sean rescatados. Y también son muchos los que mueren. Ambas afirmaciones son verdad, aunque una es más incómoda que otra.

Es evidente que solo podrá evitarse la muerte ofreciendo a los migrantes una alternativa al bote. Ese es el reto de la UE y de toda la comunidad internacional. Pero, mientras tanto, debemos elegir. Y no, no es fácil. Pero, ¿podemos permitirnos cerrar los ojos y no mirar esas muertes? ¿Queremos vivir en una sociedad capaz de encarcelar a los que solo quieren salvar vidas? ¿Nos olvidamos de los derechos humanos y de la humanidad propiamente dicha? Hay que elegir. Y dejar morir no puede ser una opción.

* Escritora