Hace ahora díez años de la primera vez que un grupo de amigos de Córdoba decidimos enfrentarnos al duro invierno para peregrinar a Santiago de Compostela. Con un par de ausencias por distintos motivos, esta es nuestra octava singladura, de la que da cuenta esta fotografía tomada en Frómista (Palencia). Solo los que hemos tenido esta experiencia sabemos, a pesar de la dureza de cada día, el frío, la lluvia, el viento, dolores y rozaduras, que el recuerdo que cada año nos deja hace que volvamos a repetir. Es un privilegio conocer los caminos, ciudades y pueblos con la parsimonia del caminante, deleitarse con la comida sencilla y sorprendente de cada lugar, descubriendo infinidad de horizontes irrepetibles. Si a todo esto unimos las convivencias entre amigos y aquellos otros personajes con quienes nos cruzamos y compartimos viaje en ocasiones, encontramos el motivo por el que hacer el Camino de Santiago es cada vez más, y no solo por razones religiosas o culturales, un sueño realizable para tantos. Ojalá tengan la oportunidad de comprobar ustedes mismos lo sublime de lo sencillo. Buen camino.