La bondad no suele ser noticia. Vivimos rodeados de malas nuevas se mire a donde se mire. El mundo mira sobrecogido la crisis de Venezuela, ese maravilloso país, rico por la sangre negra que corre por sus venas --que es a la vez su fuente de conflictos y su salvación--, degenerado en paupérrima república bananera en manos de un dictadorzuelo incontinente. Y en España la cosa está que arde. Entre el curso proceloso de los presupuestos generales, de los que pende de un hilo el futuro del Gobierno de Sánchez; el movidón que se traen los taxistas, muy dados ellos a estornudar --o sea, a plantarse en mitad de la calle y escrachar a diestro y siniestro-- en cuanto se ven venir de lejos un resfriado, y la tormenta en el seno de Podemos --bueno, esto malo solo para ellos--; entre tanto desasosiego, sin contar guerras, hambrunas, brexits y demás conflictos, pasamos los días con el estómago encogido y la sensación de que el ser humano vive para complicar la vida a los de su especie, aquello que dijo Hobbes de que el hombre es un lobo para el hombre.

Claro que frente a tan pesimista sentencia del filósofo inglés está la de Jean-Jacques Rousseau, quien sostenía que el hombre es bueno por naturaleza, y que los seres humanos nacen honrados y justos, aunque luego el entorno los corrompe. Y parte de razón debía de llevar el pensador suizo con su buenismo, pues existen hombres y mujeres que rompen con su actitud los esquemas del pesimista más feroz. En Córdoba, los medios de comunicación han dado cuenta en los últimos días de llamativos ejemplos de generosidad y fe en el otro, y ya se sabe que la fe mueve montañas. Así, los responsables del hospital Reina Sofía, que el próximo 6 de febrero conmemorará el 40 aniversario de su primer trasplante, han recordado que la provincia registró en 2018 una tasa de donación récord, superior a la media nacional, que es de 49 donantes por millón de población frente a los 51,3 de Córdoba. Algo que ya sabíamos, pues es una de las estadísticas que se repiten año tras año --la otra, en el lado medio vacío de la botella, es nuestro eterno puesto a la cola en las cifras del paro--. Casi 7.800 trasplantes de órganos y tejidos se han llevado a cabo desde aquel injerto de riñón de hace cuatro décadas en el centro sanitario, hospital de referencia en muchos aspectos y único en Andalucía acreditado para realizar trasplantes de pulmón. El dato frío tal vez no diga mucho, pero lo dice todo si se piensa que detrás de cada una de esas operaciones a la desesperada hay una muestra de desprendimiento y casi siempre una vida salvada.

Otro buen ejemplo de solidaridad lo ofrecen a diario los 20.000 cordobeses que colaboran con la Cruz Roja, un 4% más que hace un año, lo que indica que el compromiso con la institución humanitaria es un río que no se seca. Han crecido tanto los voluntarios que aportan su esfuerzo desinteresado en proyectos sociales --muchos de ellos jubilados que en vez de quedarse en casa ante el televisor se regalan a los demás-- como los socios, que ya sobrepasan los 16.000. Pero es mucha la tarea por hacer para mejorar las condiciones de vida de los colectivos más vulnerables, por lo que Cruz Roja --como lo hacen Cáritas y otras entidades altruistas-- tiene en marcha campañas para llamar a colaborar como cada uno pueda, bien con dinero o con horas de dedicación. Y es que toda generosidad ciudadana es poca, aunque nunca podrá sustituir al imprescindible respaldo institucional, por lo que el nuevo consejero de Salud, Jesús Aguirre, debería tomar nota en su recién estrenada agenda. La bondad existe, pero es frágil, por lo que hay que protegerla y estimularla.