¿Imaginan una ciudad sin accesos para personas con problemas de movilidad? Sin rampas ni ascensores. Donde estas personas que, en algún momento de nuestras vidas podemos ser todas --yo lo he sido en más de una ocasión--, porque todas las personas somos susceptibles de tener un accidente y tener que movernos en silla de ruedas o con muletas, puedan moverse con cierta facilidad.

¿Imaginan unos organismos públicos, como Ayuntamiento, Junta de Andalucía, etcétera, sin rampas ni accesos adecuados para sillas de ruedas, cuando hasta en un pequeño restaurante te obligan a poner baños accesibles?

Todo esto se ha conseguido por la lucha de los colectivos que no han cesado en sus reivindicaciones y peticiones para conseguir una ciudad accesible. Aunque aún queda mucho por hacer, y espero que la inaccesibilidad sea pronto algo del pasado, coincidiremos en que se ha avanzado bastante, salvo en un tema: las barreras arquitectónicas visuales.

Yo soy una persona con deficiencia visual grave, cansada de ir a espacios públicos donde solo existen pantallas y más pantallas visuales, tanto para acceder como para hacer el requerimiento adecuado.

Lo de los cajeros y las maquinas que han puesto en los bancos para sustituir a las personas es solo un ejemplo de barrera visual, pues no paran de complicarnos la vida y hacernos dependientes; pero el colmo es que llegues a un organismo público como la Junta de Andalucía y te encuentres que para preguntar algo tienes que pasar por una pantalla táctil donde tienes que escribir unos datos como el DNI en una pantalla que es una barrera inaccesible para ti, puesto que no ves y además no encuentras a nadie. Y al final no te queda más remedio que entregar tu DNI a algún desconocido para que te saque la susodicha cita para, a continuación, esperar varias horas durante las cuales haz de estar preguntando a la gente por el número que va saliendo y por la mesa que te toca.

Normalmente la gente es amable y dispuesta a ayudar, pero no siempre, y a menudo tenemos que oír comentarios nada agradables. Yo he oído desde el ¿por qué no te pones gafas? al de ¿es que no sabes leer?, o como me dijo hace años una trabajadora de esta misma entidad oficial: «Como si yo no tuviera nada que hacer aparte de estar pendiente de usted», para a continuación comentar con una compañera (porque alguna gente piensa que porque no vemos, tampoco oímos): «Esta tía se cree que soy su niñera».

La semana pasada y la anterior me volví a encontrar con la gran barrera, la cual me encuentro también en el Ayuntamiento, en el INSS o en otros muchos organismos públicos. Organismos que deberían ser un lugar sin barreras. Como mínimo estos lugares deberían ser un ejemplo y no hacernos sentir más dependientes y vulnerables.