El azar. Hemos tenido suerte. El virus que se expande y que probablemente cambiará nuestra manera de entender el mundo, nos está ofreciendo una vía de escape. Este benévolo coronavirus nos ha permitido verlo venir desde China, dándonos un valioso tiempo para prepararnos. No tiene una letalidad elevada. En otras palabras, no es el ébola y muchos de los que se contagiarán sobrevivirán. No afecta demasiado a los niños. En caso contrario habría multiplicado exponencialmente el pánico y la pena. Y por último y desde una visión muy local y de corto recorrido, ha tardado en llegar a Córdoba donde hasta el martes pasado no tuvimos el primer caso confirmado. El azar está detrás de todas estas cuestiones. Entiéndanme, podría haber sido mucho peor.

La responsabilidad. Es ineludible que las medidas tomadas y las que se tomarán en un futuro tendrán que ser evaluadas de forma minuciosa. Ahora es el momento de apoyar a quienes nos administran y, en todo caso, sugerir soluciones alternativas si es que parecen desbordados por la situación. Es el momento de la generosidad política, de la llamada colaborativa, aunque también de la exigencia contundente, pero en el ámbito privado. Al gobierno central podemos exigirle más celeridad o al menos un mayor ejercicio de transparencia en la toma de decisiones. Pero lo importante es salir de esta lo mejor posible. Luego vendrá la evaluación.

La autoresponsabilidad es cosa de cada uno de nosotros. No creamos saber más que el otro, no alentamos teorías conspirativas y, sobre todo, no busquemos soluciones simples a los problema complejos. Ocurre a diario: hemos eliminado el esfuerzo de nuestra sociedad y ahora nos pasa factura. Si durante años no nos interesaban las noticias elaboradas, las novelas complejas, los ensayos sesudos, el arte, la series y películas que exigían una mirada atenta y nos relajamos consumiendo telebasura y videos de gatitos, nuestro cerebro está desentrenado para entender ahora que el mundo es complejo. No pretendamos resolver la ecuación de su complejidad con un comentario o un tweet construido en la barra de un bar. No nos reduzcamos eso, somos una especie con grandes capacidades como para conformarnos de esa manera. Y cuando salgamos de esta, demos un volantazo y premiemos el esfuerzo, ensalcemos el mérito y no el pelotazo, exijamos a quienes nos gobiernan y a nosotros mismos un nivel más alto, seamos altavoz de los que, con los datos en la mano y el compromiso social por la colectividad, pretenden mejorarnos como sociedad, cambiemos nuestra manera de entender el mundo, ocupémosnos de ser mejores y más atentos con quién no tiene ganas, interés o capacidad. No vilipendiemos al que se esfuerza, seamos humildes, escuchemos y aprendamos de ellos.

El azar nos ha dado una oportunidad, es nuestra responsabilidad no desperdiciarla.