Una de las cosas que ha quedado patente desde la llegada al poder de Iglesias es que no le gusta la libertad de prensa. Cuando estaba en la oposición, atacaba sin mesura a todos los contrincantes políticos y se servía de sus medios propios no solo para difundir su ideología, sino para provocar e, incluso, hostigar a todo y a todos. Eso, lo sigue haciendo Unidas Podemos, e Iglesias desde su Vicepresidencia cuando, estando en el poder, su actuación es objeto de control y crítica por parte del Congreso, por los ciudadanos en general y por los medios de comunicación en particular. Estos tienen la función principal de informar, opinar, examinar y valorar la actuación de los poderes económicos, sociales, y, por supuesto, políticos, que dirigen los intereses de España; y ello, con total libertad tal como proclama el art. 20 de nuestra Constitución, sin que pueda restringirse la libertad de prensa mediante ningún tipo de censura previa. Eso sí, tienen su límite en el respeto a los derechos fundamentales y libertades públicas. Sin embargo, la dictadura que quiere imponer la ultra izquierda, con el beneplácito del resto del Gobierno, no admite crítica alguna a su actuación y gestión, salvo si es para alabarla o ignorar sus errores e, incluso, mentiras, sirviéndose para ello de sus medios afines. Se empezó minimizando las críticas al Gobierno en las redes, ahora es el descrédito a determinados periodistas, pero lo que resulta del todo descabellado no es solo que el vicepresidente critique a la prensa, sino que legitime el insulto, lo cual es del todo inadmisible. Y todo viene a consecuencia de la delicada posición judicial en la que se encuentra Iglesias en el asunto Dina, que lo coloca en las mismísimas cloacas del poder que tanto denunciaba y ahora detenta. Y es que las contradicciones hipócritas y demagogas de Iglesias lo hacen esclavo de sus palabras y falto absoluto de respeto a las libertades y derechos de los demás. Ya dijo en La Sexta, que «la existencia de los medios de comunicación privados atacaba la libertad de expresión», aunque supongo no se refería a los suyos propios, como La tuerka o el nuevo diario digital de Podemos La última hora, cuya directora es, precisamente, la tal Dina, y desde el que se publicita el partido morado. Los medios de comunicación, privados o públicos, tienen el deber de informar de forma objetiva y veraz, esa es su máxima; y también incluir criterios o pensamientos diversos para que los destinarios de aquellos estén informados de la actualidad y puedan formarse una opinión crítica y realizar sus propias valoraciones. Pero lo que no puede permitir la prensa es que ningún poder, ya sea político o económico, le diga lo que tiene que comunicar, y menos aún, recibir descalificaciones e insultos desde el Gobierno. Ya está bien de controlar y manipular a la gente. El Gobierno no puede desprestigiar o injuriar a quien opina sobre su actuación, sino dedicarse a gobernar y administrar el país con el único fin de defender los intereses generales de todos, y esto último parece que aún no lo han comprendido. Por ello, es fundamental el papel informador, crítico y de seguimiento de la prensa, que ha de ejercer su profesión con pleno respeto a la independencia y separación de poderes; ahí radica la auténtica libertad de prensa.

* Abogada