Uno espera -quizás ingenuamente- que tras las saturnales electorales, las aguas de la política institucional discurran por cauces en los que la intemperancia verbal y agresiva desaparezcan y permitan seguir fluyendo por otras acequias mínimamente respetuosas con el rigor y el respeto al electorado debidos.

Como ciudadano votante, pero también como persona que ha ejercido responsabilidades políticas e institucionales, siento desazón, inquietud y perplejidad al comprobar que el discurso político al uso, y con muy escasas excepciones, se ha encapsulado en un microcosmos de solipsismo, facundia huera y patriotismo de guardarropía. Y es que a un servidor le preocupa España, y en consecuencia quisiera oír propuestas para sus males profundos. Con los límites del espacio concedido veamos algunos.

¿Podremos seguir pagando diariamente casi 100 millones de euros en concepto de intereses de la Deuda Pública? ¿Nos conformamos con que el turismo sea nuestro casi único tejido productivo? ¿Para cuándo el desarrollo de los artículos 40, 41, 47, 128 y 131 de la Constitución? Dos tercios del territorio nacional va camino de la desertificación y no solo por causas naturales sino por razones socioeconómicas. ¿Cómo atajamos esta calamidad colectiva? Si las pensiones están en riesgo a causa del envejecimiento de la población, deberíamos fijarnos en los ingresos antes que en los gastos ¿Por qué no se aplica el artículo 40 y con ello aumentaría el número de cotizantes a la Seguridad Social? ¿Cuándo se va a combatir con eficacia la evasión fiscal y los paraísos fiscales?

La idea de España y del amor hacia ella no se compadece con el silencio ante una corrupción que atraviesa los tres Poderes del Estado y llega a las más altas magistraturas del mismo. Ni tampoco se compadece con la existencia de unas cloacas del Estado que acabarán en tornarlo fallido.

Se supone que si amamos a España querremos --consecuentemente-- verla existir libre, justa y democrática. Pero, ¿podrá existir España si los jóvenes españoles, garantía de la continuidad generacional de la misma, carecen de futuro, deben emigrar (los que pueden) o quedarse en la patria sin empleo de mínima calidad (como dice la Constitución), excluidos socialmente y sin garantías de nada?

Por favor, ahora o cuando termine este tormento de campaña electoral, sean serios y piensen en los verdaderos problemas de esa España a la que tanto dicen amar.