Estas expresivas palabras de Juan Ramón Jiménez son un toque de atención al excesivo uso de la adjetivación en el poema particularmente referido al amor, pues sabido es que la rosa ha sido referencia obligada cuando del amor se trataba. Continúa de algún modo con la retranca de Quevedo, con algo de más de dos siglos antes de por medio cuando al referirse a los poetas de su tiempo utilizaba aquellos de hortelanos del amor, pues que todo eran claveles y lirios en lo relativo al sentimiento amoroso; por más que sea otro el propósito de estas líneas, cual es la hipotética inclusión del flamenco como materia reglada en el día a día de los centros educativos de Primaria y Secundaria y haya demasiado fraseo cuando todo puede ser más sencillo.

Hay un largo recorrido en torno al tema y poco rigor en los planteamientos. Tal vez por ser la educación un tema que a todos nos concierne hay cierta ligereza al referirse a ella, y qué decir si nos referimos al flamenco, que si son ciertos los propósitos de introducirlo en las enseñanzas regladas tendría que pugnar encarnizadamente con otras materias. Las horas de permanencia en el centro no pueden modificarse, y sólo si la enseñanza religiosa se impartiera en los templos de cada confesión podría vislumbrarse mínimamente un hueco, pero no parece que la modificación de los contenidos y materias vaya a ir en tal dirección y sí en sentido contrario. Conviene hacer algo de historia en tal sentido, en este caso a partir de la experiencia personal, que parte del conocimiento de proyectos donde el flamenco se incluye como parte del contenido en las distintas áreas. Hay experiencias aisladas en los setenta, pero es en los ochenta cuando el profesorado experimenta en los centros de Primaria y Secundaria nociones sobre el ritmo y el compás y más adelante en los últimos cursos de Primaria y primeros de Secundaria el conocimiento de los palos flamencos en el ámbito de lengua para referirse al ceceo, al seseo, a las estrofas y también a cómo las letras aluden por fandangos a la llegada del tren a la provincia de Huelva (Calañas) o en cantes de Linares. Veamos

Se escucha Calañas ya no es Calañas/ que es un segundo Madrid/¿Quién ha visto por Calañas/ pasar el ferrocarril/a las ¿-? de la mañana. O la variante en Linares ¿Quién ha visto por Linares/ pasar el ferrocarril/entre los olivares?

Es el gracejo popular el que lo adapta a la peculiaridad de los recursos y varía en ocasiones la hora, de ahí los interrogantes. Docentes de distintas provincias visitan centros escolares e imparten cursos para otros docentes de diversas provincias y en distintos lugares, caso de Pedro Peña -hermano del desaparecido Juan Peña El Lebrijano, maestro y gran guitarrista-, José María Pérez Orozco -catedrático de instituto-, Calixto Sánchez, Cati Léon, o nuestro entrañable Agustín Gómez, todos ellos magníficos enseñantes de Primaria y Flamenco en el Aula. Fue algo encomiable que merece continuación.

* Profesor, escritor y ensayista