Córdoba es de esas ciudades ancladas en el pasado que mira hacia dentro incapaz de trascender algo tan rotundo como su Mezquita. Es cierto que superar nuestro patrimonio histórico es absolutamente imposible, pero también creo que en algún momento tendremos que trascender y dejar de mirar --que no admirar-- la Mezquita, el Puente Romano o el Alcázar, para empezar a crear cosas que las admiren los que vendrán detrás nuestra.

Me resultaron muy reveladoras las palabras que le escuché al tándem dialéctico casi perfecto de Gabriel Perez Alcalá y Javier Rodríguez Zapatero, mentes cordobesas privilegiadas y acostumbradas a mirarnos desde fuera, cuando nos deleitaron en la celebración del V Aniversario de BNI Progreso Córdoba, un grupo de empresarios que apuestan por avanzar y no quedarse anclados en conceptos del pasado.

Cuando me pregunto qué había en Córdoba cuando yo era pequeña, indefectiblemente pienso en las mismas cosas que mi hija supongo explica cuando le pregunten ahora donde se ha marchado a estudiar. O tal vez ni siquiera tenga que explicarlo, porque Córdoba es tan notoria por estos siglos de historia que puede que no haya ni que explicarla. El problema es, que siempre es lo mismo.

Hay ciudades que son explicadas a lo largo de su historia de maneras muy diferentes, porque van evolucionando con el tiempo, ganando con los siglos y reconvirtiéndose con capas que son tan buenas, o mejores, que el corazón histórico que tienen. No les voy a poner ejemplos porqué sé que ustedes pueden imaginarlas. No reniego, sino todo lo contrario, de todos nuestros bellos monumentos que han sido la historia de un país entero, que nos llevaron a ser la primera capital del mundo, pero ahora ha llegado el momento de mirar hacia delante, de empezar a construir un futuro que haga que nuestros hijos, nuestros nietos y todos nuestros descendientes, cuando pasen otros tantos siglos, tengan algo más que explicar de Córdoba que la Mezquita.

Salgamos al mundo, miremos desde arriba, impregnémonos de nuevas ideas y volvamos a construir una ciudad con nuevos retos tecnológicos, industriales, creativos o arquitectónicos, en sectores en los que debemos ser referente como la agricultura, la joyería, la tecnología o la sanidad que nos impulsen hacia el futuro. No sigamos cometiendo el mismo error. W. Faulkner escribió algo así como que no hay que perder el tiempo lamentando errores, porque lo importante es no olvidar haberlos cometido. Tomo nota.

Seguir viviendo de lo que hicieron nuestros antepasados no es una opción valiente. Sí lo es, construir hoy el orgullo de los que vendrán.

* Abogada