La polémica se ha iniciado en Valencia, pero ya se ha extendido a toda España, en buena parte por la respuesta indignada del cantaor Arcángel, director de la Cátedra de Flamencología de Córdoba. La agencia de Risto Mejide diseñó una campaña publicitaria para los Premios Jaume I en los que contrapuso la innovación y la ciencia a los «tópicos», desde la paella, los toros y la siesta hasta el flamenco. La palabra «flamenco» aparece tachada en los carteles ubicados en las marquesinas de autobús de Valencia, por lo que el Ayuntamiento ha advertido de que no es cosa suya y recordado que el flamenco está declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Despreciar el arte y la cultura popular y contraponerlos a la ciencia ha sido una mala idea.