Los dos cabildos de Córdoba con más poder en la historia de la ciudad, el municipal y el catedralicio, han hecho saber al pueblo que como ha entrado mayo y comienzan las fiestas de fin de curso ellos van a estar a la altura de las circunstancias para que la diversión y el disfrute no decaigan. Al menos en el apartado musical y en la contemplación de la belleza. Desde el primer día del mes Las Tendillas han resucitado con la música de las Cruces de Mayo, esa creatividad de las academias que vienen preparando durante todo el curso y que el Ayuntamiento promueve. Cuando las artistas de estas academias de baile actúan en Las Tendillas la imaginación se sube por las paredes del futuro hotel Palacio Colomera y recuerda su pasado de cuando vendía entradas de cine, fútbol y teatro junto al Palacio del Cine. Pero es que este año mayo y junio va a ser también del Cabildo Catedralicio porque a la Iglesia cordobesa se le ha ocurrido la idea de que se pueda escuchar la primavera en las iglesias fernandinas durante esos dos meses. Bach y Mozart sonaron ayer en la iglesia de San Rafael, donde un patio íntimo con tendencia a la sublimidad se exhibe en el concurso donde se muestra este patrimonio de la humanidad durante mayo. Pero es que el viernes que viene, el día 10, en la iglesia de San Pedro, donde se oirá música de Clemente Mata, se podrá observar la capilla de los santos mártires, una de sus joyas arquitectónicas, donde se cree que están los restos de Marcial, Fausto y Januario, los tres primeros mártires de Córdoba. Espero que Verdi suene en San Lorenzo con la contundencia de su rosetón y que Haendel tenga en cuenta en su música el antiguo alminar de esta mezquita-iglesia, lo que suponemos que hará Mozart en la capilla del Sagrario de la parroquia de San Andrés el 7 de junio, cuando se supone que ya han abierto por las noches los cines de verano y su Coliseo. Puede parecer casualidad pero que el indiscutible poder de una ciudad, el civil y el religioso, apuesten por mayo significa que Córdoba debe considerar a este mes como parte de su esencia, como patrimonio inmaterial de la humanidad.