La Banda Sureña, la orquesta cordobesa que ha actuado en tantas verbenas y veladas de España, que nos ha acompañado desde que comprobamos que la música es la esencia de la fiesta y que acumula tanta historia como Serrat, Íñigo, Sabina, Ana Belén o Víctor Manuel, suena esta noche, antes y después de los Mojinos Escozíos, en la Caseta Municipal. La Banda Sureña significa, en parte, la esencia de la normalidad no desprovista de tensiones, como, en definitiva, es la vida, la nuestra y la de quienes hemos señalado al comienzo. Y las ferias, como esta de Nuestra Señora de la Salud, que se desarrolla en El Arenal y que comenzó esta madrugada, siempre han supuesto una apuesta social por saber si todavía eran posibles la fiesta y la vida y sus problemas. Sigue La Banda Sureña y su canto a la vida, con sus diversidades, como la celebración de la Feria de Abril en Cataluña desde casi toda la vida, a la que mi cuñao Rufino, de El Guijo, llevaba coca-colas. Pero algo indica que estamos en un tiempo, con apariencia de maldito, en el que las cosas dejarán de tener su perfil habitual, como en su día lo tuvo Íñigo, y ahora lo siguen teniendo Serrat, Sabina, Víctor Manuel o La Banda Sureña. Ahora, alguna izquierda catalana apoya conceptos fascistas con tal de que «ningún español africano» les «robe» su historia, ni siquiera por amor y hasta símbolos de nuestra vida, como Serrat y su sensibilidad, merecen, en su pensamiento, un correctivo por mostrarse tan abiertos a la vida. El Mediterráneo, Tosa de Mar o Sitges puede que empiecen a coger miedo en nuestro pensamiento --donde guardamos las esencias de la historia--, que para eso somos humanos. Sobre todo por esta actitud de algunos catalanes de ahora que parece que, como muchos creyentes, han vuelto a las cruzadas, donde se mataba a quien no pensaba como tú. Acabamos de salir de esa Patria vasca que nos salpicó de sangre casi toda nuestra vida y nos anuncian ahora que en Cataluña nuestros parientes emigrados dejarán de serlo. Las ferias han existido desde que el ser humano sintió necesidad de divertirse. Olvidemos a quienes se creen dioses en Cataluña y actuemos como quienes necesitan una feria para comprobar que la vida sigue, aunque sea con tensiones. Como La Banda Sureña, Serrat, Sabina o Ana Belén.