El mercata logró encauzar hacia la normalización social a cientos de familias en riesgo de exclusión. Desde hace muchos años, una mujer, Lola, era la cara de su gestión local. Esta funcionaria de raza no se casaba con nadie, era fiel e inamovible en su cometido y a la vez, como debe ser, gozaba de un sentido de la equidad admirable, de tal manera que para ella no éramos números sino familias con nombres, apellidos y circunstancias. O sea, una excelente servidora pública. Yo no sé si Lola es de derechas o izquierdas porque siempre ha sido la misma, independientemente del color del consistorio. A lo mejor en esta vida lo que hacen falta son personas eficaces y no tanto cuento. Debido a la crisis y a la proliferación de grandes superficies, las ventas ambulantes bajaron un 80% y el pago de los impuestos se hizo más complicado. Entonces, muchos optaron por los fraccionamientos en aplazamientos. De esta forma se iba tirando. Dicen que Lola se va. No creo que se jubile porque esta guapa mujer es aun joven. Y dicen que, coincidiendo con su marcha, la gestión de la Venta Ambulante se radicaliza hasta rozar la ilegalidad porque se va a exigir a las familias que para poder renovar sus licencias deben estar al corriente de todas las deudas que se mantengan con la Administración local, sean o no sean referentes e inherentes a la actividad laboral. Y todo en diez días. Es decir, no solo se suprimen los fraccionamientos, una práctica contemplada en las leyes administrativas, sino que se exige, como condición para acceder al puesto de trabajo, el abono de deudas que no tienen nada que ver con dicho puesto de trabajo. Eso es imposible, porque no hay para tanto, a no ser que se eche mano de la delincuencia. Por tanto, este camino elegido por los que velan por nuestro progreso, paradójicamente llevará a que cientos de familias pierdan su digna forma de llevar el pan a casa. Creo que esta medida, además de antisocial, reitero, es ilegal porque el principio de caja única rige para la entidad local pero no para sus ciudadanos, es decir, el ayuntamiento puede destinar partidas a la finalidad que quiera independientemente de su motivo de recaudación, pero no al contrario. Por favor busquen otra fórmula que la política no se creó para hundir a la gente cuando además el mercadillo genera economía por donde va. Lola sabe la situación y yo le pido desde aquí en nombre de todo el sector que interceda ante nuestra alcaldesa, Excma. Sra, Ambrosio, para que de un plumazo de razón anule esta pesadilla.

* Abogado