Mañana iremos a votar los cordobeses y hoy continuarán publicándose encuestas, aunque prohibidas en España no lo están en Andorra. Ese afán de hasta el último minuto ¿es para informar o para manipular? Rememoro las palabras del presidente norteamericano, Harry Truman, pronunciadas en 1948 antes de las elecciones norteamericanas: «Los sondeos de opinión forman parte de una estrategia para mantenerles a ustedes en casa y convencerles de que voten o no, el resultado ya está decidido». Ciertas encuestas, más que reflejar lo que piensan los electores tratan de influirnos hacia una determinada opción. Ante esa manipulación cabe preguntarse si las encuestas contribuyen, positivamente o no, a reforzar la democracia. Creo, quizá con demasiado optimismo, que los militantes de partidos dispares ya no son enemigos sino adversarios; aunque por desgracia la cerrazón y la inmadurez mental se ha visto u oído en la campaña. Son los herederos de aquella cerrazón trágica de la Guerra Civil, cuando al que no pensaba «como yo» había que eliminarlo. No contribuyamos a que los demonios independentistas nos lleven de nuevo a la catástrofe. Apaguemos en la jornada de reflexión todas las televisiones y meditemos sobre la fugacidad de las promesas electorales. Valoremos lo que es real y lo que es una utopía. Diseccionemos en lo posible el lenguaje tan pervertido. Cuando dicen «nosotros los demócratas» quizá significa «somos autoritarios».

A los que nos empujan a la tierra prometida, maldita la gracia que les hace que estemos bien informados. Y no hagamos caso a los que hablan del miedo con asimetría.

* Periodista