Una antología incompleta

Los «puentes vacacionales» sirven para incrementar el turismo interior, y el del Día de Andalucía nos ha traído la consabida caravana de visitantes, al igual que muchos andaluces han aprovechado la ocasión para desplazarse a otros lugares. Entre esos visitantes, me he encontrado con un viejo amigo, al que conocí en las aulas madrileñas, compartiendo profesorado y asignaturas para la licenciatura en Teología, en los albores del siglo XXI. José Fernández del Cacho, religioso pasionista, nacido en Pueblonuevo y bautizado por el sacerdote Francisco Rueda, en la iglesia parroquial de Santa Bárbara, es uno de esos «hombres todoterreno», que lleva en sus venas los latidos del poeta, las energías del aventurero, la magia del comunicador, el sentido fraternal de la historia y la generosidad de quien sirve a Dios en los demás, sean quienes sean y se encuentren donde se encuentren. En el patio terraza del Circulo de la Amistad, donde gozaba con su familia, mantuvimos algo más que una charla de amigos, mientras me ofrecía su Antología incompleta, un libro espléndido de su recorrido en tantos escenarios, en tantos paisajes y con tantos personajes, que sería imposible enumerarlos a todos. Pepe Fernández ha protagonizado recitales poéticos, como juglar de Dios, misionero en Perú, escritor, comunicador nato. Y actualmente, vicario parroquial en la parroquia de san Gabriel de la Dolorosa, en Madrid. Me fijo en esta frase de su libro que quizás pueda ser una de las claves de su vida: «Todo pasa y es una ‘nada’ delante de PapáDios, en quien podemos participar con cada inhalación y exhalación. ¡Tranquilo, Pepe! La sinceridad es cosa buena, pero nada vale sin el amor. Amor es la capacidad para sobreponerse, para comprender, para sonreir en el dolor. Voy entendiendo. Nada es por casualidad. Tengo poco amor, lo sé. Lo acepto. Me acepto como soy. Reconozco mi pecado». Fue una tarde de confidencias con el amigo y con el compañero sacerdote. En su libro, está su vida, con retazos sublimes y esplendorosos. Pero su corazón, estoy seguro, ha ido quedando como semilla de bien en los miles de personas que recibieron su bendición y sus palabras.