Leía hace poco en estas páginas un artículo de Desiderio Vaquerizo donde afirmaba: «No he visto jamás Juego de Tronos ¿creen que debo ir al médico?». Yo que tampoco he visto la célebre serie, no iré al médico pero sí he ido al cineasta argentino Juan José Campanella que hace diez años ganó un Oscar con El secreto de sus ojos. Acabo de leer en una entrevista con el crítico de cine de El Mundo, Luis Martínez, sus opiniones: «Se equivoca el publico si piensa que el cine es para el gran espectáculo. Nueve de cada 10 series que se hacen son basura. No conozco a nadie que llore por una serie de televisión. Si acaso lloras es porque es mala». Aprovecho la irónica frase del amigo Vaquerizo para reflexionar sobre el nuevo cine que ya no es aquel cine. No es cuestión de edad, lo dicen personas mayores y no tan mayores como Campanella: «El cine ha dejado de hacer películas con personas pero sí con superhéroes. El buen dialogo ha desaparecido. Ya no hay grandes estrellas de cine».

Yo añoro, por ejemplo, aquel cine de Víctor Erice: El Sur y El espíritu de la colmena. Ha desaparecido su nombre, no recuerdo haberlo visto en la Gala de los Goya. Pero sí sabemos de su resignación: «Lo que fue, lo que pudo ser y lo que queda de aquel cine, tiene hoy muchas dificultades para sobrevivir en los dominios de la industria cinematográfica». Aquel cine ha muerto sustituido por otro. Las películas se realizan y se consumen de un modo diferente. Sus imágenes se digitalizan para ser difundidas en televisión, ordenadores, tabletas y teléfonos móviles. El cine de ahora, en general, ha dejado de ser el «Séptimo Arte».

* Periodista