No se preocupen, no les hablaré de ocultismo ni esoterismo ni de otro tipo de hechicerías. El Año Cero se refiere al nombre del programa con el que la Central de Inteligencia Americana--CIA puede espiar a quien le venga en gana en cualquier parte del mundo. Ya supimos hace meses que la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, la cinéfila NSA, tenía pinchadas las comunicaciones de los jefes de gobierno de los países aliados, neutrales, enemigos y hasta del propio Vaticano. Lo que ahora revela Wikileaks con miles de documentos filtrados estos días, que además parecen ciertos según los expertos, es que los informáticos aliados son capaces de piratear teléfonos, ordenadores y televisores con internet y convertirlos en micrófonos para espiar a sus usuarios.

No lo duden. Saben de nosotros lo que compramos, comemos, miramos, tenemos o decimos. Hasta el color de la bata de boatiné y las chanclas que calzas. Solo nos queda el refugio de los pensamientos y de los sueños, de los sentimientos y las comunicaciones personales, esas aún cara a cara, sin el testigo chivato de los dispositivos electrónicos. Hemos convertido nuestras vidas en un escaparate, bajo la coartada del mercado primero, y en aras de la seguridad después. Aunque pienso que la mayoría de los mortales tenemos poco que espiar: somos bastante comunes en gustos y anhelos, en tropiezos y caídas. Llevar una vida confortable y ver crecer a nuestros hijos. Pero a poco que saques los pies del plato, en lo económico o en lo político, te vuelves molesto y peligroso, y es cuestión de tiempo que tiren de archivo.

Solo nos salva el espía espiado, el doble agente que filtra documentos secretos, esos que revelan programas para acabar con nuestra intimidad y derechos, para ponernos en guardia de toda esta basura que nos atenaza. Al final, a Julián Assange, el fundador de la plataforma wikileaks, refugiado en la embajada de Ecuador y huído de las garras del todopoderoso, tendremos que dedicarle unas cuantas avenidas y alguna película por los servicios prestados. Y me pregunto yo, otra vez, que si esto saben de la CIA y de la NSA, qué no podrán piratear de nuestras cuentas bancarias, tarjetas, mails, aplicaciones móviles... Solo nos falta que contraten a Mercedes Milá para la última entrega de este Gran Hermano Global.

* Abogado