Y de repente llegó el cambio. Parece que Andalucía no estaba tan sobornada como algunos aseguran, que los tentáculos del «régimen mafioso» no alcanzaban tan lejos como para asfixiar la conciencia y el sentido común de los andaluces.

Pero si bien el cambio es un hecho innegable y fácil de comprender, otra cosa diferente es averiguar las razones de este vuelco aparentemente repentino en la voluntad de la mayoría de los andaluces. Para empezar, la abstención es un cajón de sastre tan grande que por sí sola bastaría para explicar los resultados. Sencillamente, podría ser que parte de los votantes del PSOE han dejado de aguantarlo. Por cierto, sería interesante averiguar por qué: ¿los ERE y demás casos de corrupción han terminado siendo demasiado para el cuerpo?, ¿un gobierno de Sánchez soportado e instrumentalizado por independentistas?

Lo que también resulta meridianamente claro es que, precisamente cuando Andalucía parece que quiere depositar su confianza en la derecha, esta llega partida en tres pedazos después de un largo proceso de descomposición propiciada por la difícil asimilación de una respuesta unitaria del PP ante cuestiones como el aborto, el matrimonio homosexual, la inmigración o los nacionalismos. El actual Partido Popular, o lo que queda del que un día fuera, ha perdido definitivamente la hegemonía de la derecha, aparte de perder también estas elecciones.

Ciudadanos sigue con su ascenso, con el argumento de la regeneración, más que suficiente, robando votos a su derecha y a su izquierda, en un consistente movimiento por ocupar el centro, y muy a pesar de su exacerbado talante nacionalista español, inevitable consecuencia de su dramático nacimiento y supervivencia en la vorágine ultranacionalista del procés, que estoicamente han sufrido ante la incomprensible inacción y reacción tardía de gobiernos socialistas y populares por igual.

Adelante Andalucía, la marca andaluza de Podemos, no acaba de cuajar por sus irreductibles contradicciones internas: ¿un movimiento obrero a la vez internacionalista y nacionalista? Sobreviviría España con Adelante Andalucía, Comuns, Compromís-Podemos-És el Moment, En Marea, etc., etc.? Otros mundos son posibles, pero no todos los mundos posibles son realizables, y menos aún todos a la vez.

Y llegó el turno de Vox. En realidad, Vox llevaba tiempo avisando. Hay que recordar el papel que juega Alejo Vidal-Quadras, presidente del Partido Popular de Cataluña entre 1991 y 1996, año en que, curiosamente tras el pacto del Majestic con CiU, fue apartado por la dirección nacional del partido con una patada hacia arriba hasta convertirlo en vicepresidente del Parlamento Europeo desde 1999 hasta 2014, momento en que, no por sorpresa, se convierte en el primer presidente de Vox.

¿Es una simple casualidad que las dos escisiones de la derecha hayan tenido a Cataluña en sus orígenes? A estas alturas parece innegable la influencia del problema catalán en la política española. De todas formas, no podemos asegurar a ciencia cierta que el resultado de estas elecciones en Andalucía se pueda interpretar exclusivamente como una reacción de castigo ante el independentismo catalán. Aunque si esto no es así, lo que sí parece probable es que el intento de golpe de estado ha influido. Y no debemos olvidar tampoco que las decisiones en política se alejan con frecuencia de lo razonable y se trasladan al imaginario de los símbolos y los sentimientos ideológicos. Eso les ocurre a los políticos, siendo esta su profesión. Y el pueblo es más susceptible, si cabe. Eso lo saben todos los populistas.

Populismos a un lado, tal como han resultado las cosas, y puestos a elegir, preferiría que prevaleciera la razón, el sentido común y la responsabilidad. En mi modesta opinión, de esta consulta a los andaluces debería salir un gobierno centrado en Ciudadanos, presidido por Juan Marín, apoyado por el Partido Popular y consentido por el PSOE. Creo que sería lo mejor para Andalucía. Y también lo mejor para España.

* Profesor de la UCO