Cuántas veces, a lo largo de 35 años, los sucesivos gobiernos socialistas de Andalucía han escuchado la estrofa inicial del marchoso Himno andaluz... sin enterarse de que también iba con ellos. ¡Andaluces, levantaos! ¡Pedid tierra y libertad! Sí, pedidlas, exigidlas; pero no a los socialistas. Porque si durante todo este tiempo la Junta de Andalucía ha tenido algún objetivo fundamental y obsesivo, este no ha sido otro que el de retener, afianzarse y perpetuarse en el poder. O lo que es lo mismo: ser los dueños exclusivos y eternos del Palacio de San Telmo. De ahí esos sus 35 años. Sin embargo, el fruto y resultado de tan larguísima e ideológica gestión política no ha sido la tierra, la libertad o el bien común para los andaluces, sino una especie de régimen clientelar, corrompido, prepotente e incapaz de mejorar la situación de Andalucía, penúltima entre las 17 Autonomías de España... Por todo esto, tenía que llegar un día en que muchísimos andaluces, siguiendo la letra de su himno, se levantaran dispuestos a terminar con tamaño e indignante monopolio. Y es lo que acaban de hacer los votantes del PP, Ciudadanos y Vox. Aunque ahora no se han levantado en contra de trasnochados señoritos a caballo, sino para echar de sus poltronas a los nuevos señores en coches oficiales a expensas de nuestros bolsillos. Solo su perspicaz y arriesgada decisión ha hecho posible la llegada de una Junta de Andalucía por primera vez no socialista, así como un renacimiento de la confianza en ella por parte de los andaluces, al menos de los no empesebrados. Ojalá no tengan que sentirse defraudados.