Regreso del viaje. Vengo con el recuerdo de tu patineta en el puente de Londres. Cuatro días con sus noches sin saber dónde estabas, amor mío. Ahora escucho para siempre tu voz dentro de mí; tu voz de enamorado: «Amada mía, hoy vuelves del viaje. Pero no te sientas sola; no pierdas la esperanza, porque ni la muerte nos puede separar. No llores mis distancias; estamos juntos siempre. Olvida todas las lágrimas que no sean de alegría. Nos unió la eternidad. Yo estoy contigo en todo lo que vives. No lo dudes; la soledad es nada más que niebla que borra la brisa. Aunque no me veas, nunca me voy de tu lado; solo es otra forma de estar junto a ti. Nuestro amor es siempre. Anímate a ser libre y ser tú misma. Hay un tiempo sólo nuestro. No pierdas nuestros sueños: canciones, poemas, ilusiones. Deja atrás a los muertos y su muerte. No existen, porque no sirven para nada. Tú y yo vivimos siempre vivos. Camina siempre hacia delante. Es nuestro infinito; está hecho de amor. No sientas jamás que no estoy a tu lado si llegas a la casa y miras al espejo. Tus ojos son mis ojos. Mira tu alma: si eres feliz yo soy feliz. En cada latido de tu corazón está mi corazón, que palpita en las estrellas. Libérate de penas y de culpas; de esos terroristas que vinieron a matarnos. Nunca lograrán clavar en nuestro amor su estúpida violencia. Por eso no me digas nunca adiós, porque no puedo irme: tú me das la vida. Estoy siempre contigo en la luz del alba, cuando susurra mi amor entre tu pelo. Estoy en cada luna de la noche y en cada ola del mar. No me añores; me tienes para siempre en nuestro mundo. Ya sabes que se encuentra en nuestro horizonte. Ábrete hacia él. Te llevo con los pájaros que surcan el azul. Te sueño con las nubes de la tarde. Por eso sabré siempre cuándo eres feliz o cuándo me llamas por el viento porque te acosa la tristeza. Vive para siempre lo que vivimos juntos; no existe otro universo. Tú eres perpetuo manantial de luz y libertad. Yo siembro sin descanso sobre tu corazón los besos del amor de todos los enamorados. No dejes que nadie nos quite nuestro tiempo. No existe otro lugar en todo el universo. Nos protegemos juntos de la melancolía. Descansa en mi pecho los lirios de tu pecho. Y ven a mis palabras cada vez que otra muerte nos quiera separar».

* Escritor