Según las estadísticas, han bajado un 6% el índice de divorcios y separaciones en España, por lo que conviene, durante las vacaciones, recordar aspectos básicos orientativos concernientes al amor y a la pareja, adentrarnos más en ese concepto del amor que ayude a seguir viviéndolo. Así, si decimos que el amor es una actividad, en el sentido moderno, denota una acción que, mediante un gasto de energía, va dirigida hacia una meta exterior. Lo que no se tiene en cuenta es la motivación de la actividad. Consideremos el caso del hombre movido por la ambición, o el ansia de riqueza, la persona es esclava de una pasión, y su actividad es una pasividad, puesto que está impulsado. Por otra parte, a un hombre que está sentado, inmóvil y contemplativo, sin otra finalidad que experimentarse a sí mismo y su unicidad con el mundo. En realidad, esa actitud de concentrada meditación es la actividad más libre de independencia interior. El filósofo Spinoza formuló con claridad el segundo concepto de actividad, distinguiendo entre afectos activos y pasivos, entre acciones y pasiones: En el ejercicio de un afecto activo, el hombre es libre, es el amo de su afecto; en el afecto pasivo, el hombre se ve impulsado, por motivos de los que no se percata. La envidia, los celos, la ambición, todo tipo de avidez, son pasiones. Así, en sentido genérico puede describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es dar, no recibir, con plena libertad interior.

Visto esto ¿Qué es dar?: en el acto mismo de dar experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. Dar produce más felicidad que recibir, porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad. Si aplicamos ese principio a diversos fenómenos, encontramos el ejemplo más básico en la esfera del sexo. La culminación de la función sexual masculina radica en el acto de dar; el hombre se da a sí mismo, su físico a la mujer. No puede dejar de darse si es potente. Si no puede dar, es impotente. El proceso no es diferente en la mujer. También ella se da; permite el acceso al núcleo de su feminidad; en el acto de recibir, ella da. Si es incapaz de ese dar, si solo puede recibir, es frígida. En su caso, el acto de dar vuelve a producirse como madre.

En la esfera de lo material, no es rico el que tiene mucho, sino quien es capaz de dar de sí es rico pues enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra. No da con el fin de recibir.

Por último, el amor es un poder que produce amor y presupone que la persona ha superado la dependencia, la actitud narcisista, el deseo de explotar a los demás. Quien carece de tales cualidades tiene miedo de darse, y de amar. Recordar que el amor incondicional es uno de los anhelos más profundos, no solo del niño, sino de todo ser humano; que el amor infantil sigue el principio «amo porque me aman». El amor maduro obedece al principio «me aman porque amo». El amor inmaduro dice: «Te amo porque lo necesito». El amor maduro dice: «Te necesito porque te amo».

* Licenciado en Ciencias Religiosas