A veces, da mucho que pensar que muchos políticos, que han estado gobernando en los últimos treinta y cinco años, en la variopinta administración pública, tengan el grado de amnesia que parecen tener para algunas cosas. Una de estas «cuestiones» es la participación en las defenestradas --por ellos mismos-- cajas de ahorros, en todo el territorio nacional. Causa hilaridad ver como se refieren a ellas como algo que era ingobernable y no propio de políticos, que no son entendidos en las materias financieras y de ahorro en general. Se supone, que como gestores, debieron de haberse rodeado de los mejores economistas y profesionales del país, pero no. Eran unos «listos» más (como ellos)

El Partido Popular --junto a Convergencia y Unió y el PSOE-- que son los partidos que desde la instauración de la democracia, más poder han tenido en todos los ámbitos políticos y sus alrededores, nunca fue partidario de las cajas de ahorro, porque tenían estas unas connotaciones sociales y de cercanía a las personas; ellos siempre prefirieron y prefieren las entidades totalmente privadas, donde todo el objetivo se centra en obtener un beneficio económico para los que detentan la, según ellos, sacrosanta propiedad privada. Pero, sin embargo, buen provecho personal y para su partido, le sacaron a las hoy ya cuasi inexistentes cajas de ahorro. Además como pasa con los fondos buitres (que se le dan tan bien a la familia Aznar) el lugar de donde procedan los dueños, da igual, pues ya sabemos que el capitalismo no tiene fronteras, a diferencia de las personas.

Las cajas de ahorros son las sucesoras de los más lejanos aún (en torno al siglo XVII y XVIII) montes de piedad que se crearon como instituciones de crédito sin ánimo de lucro con el propósito de fomentar el ahorro popular y mitigar las necesidades de los más pobres, además de garantizar un mínimo de previsión social. Si el principio de estas entidades eran con intencionalidad de mitigar, de manera paternalista, muy propia de la iglesia, necesidades junto a sus obras sociales y culturales, las que nos han dejado los políticos actuales, son claramente bancos extra-competitivos y con la intención clara de hacer negocio, ganando dinero lo más rápidamente posible (caiga quien caiga) y con ayuda gratuita de dinero público, o sea, de todos nosotros.

Esta generación de políticos a punto de fenecer, es la misma que tuvo muchos medios a su alcance para hacer tanto en beneficio de la ciudadanía y sin embargo, se los fueron cargando de manera despiadada e impasible en nombre del ultra-liberalismo económico (industria pesada, minería, tele-comunicaciones, derivados del petróleo, aluminios, sector naval, etc., y por supuesto, las Cajas de Ahorro) para regalárselo a precio de saldo al sector privado, donde sus amigos estaban ya o bien fueron instalados de manera paulatina, aterrizando muchos de ellos mismos después, en sus consejos de administración. Así fue, mal que les pese, aunque ahora miren para otro lado o tengan tal grado de amnesia y la gente no se lo demande, sino incluso parezca que se lo premian. Muchos de los «hijos» del franquismo, fueron los que pilotaron todo esto y ahora parece que los «nietos» son los que nos seguirán esquilmando, con la misma amnesia, por nuestra parte, que aquellos parecen tener.

* Diplomado en CC del Trabajo