Como será sabido por alguna lectora y algún que otro lector, el mundo ideológico de D. Julio Anguita se hallaba situado en los antípodas del anciano cronista, recalcitrante liberal-conservador. Según declaraciones de rango público del un día secretario general del Partido Comunista de España, una extensa porción de su universo doctrinal echó sus bases y perfeccionó su aparato metodológico a través de las enseñanzas de Carlos Martínez Shaw, de filiación marxista desde los días en que fuese alumno muy sobresaliente del articulista durante el curso transcurrido en la Universidad de Sevilla en los años 1963-64. Bien advertido de ello, el anciano cronista -por entonces joven profesor agregado de la Universidad barcelonesa...- no vaciló un instante en frustrar la incorporación a título interino al claustro del Instituto de Enseñanza Media de Bujalance de su descollante alumno sevillano, para incluirlo en el curso l967-68 en la nómina de los «profesores auxiliares de clases prácticas» de la Sección de Historia Moderna de la susomentada Universidad Central de Barcelona.

Allí, en el ebullente clima cultural que alentaba en todas las manifestaciones del espíritu y la inteligencia de la ciudad maduró su formación marxista, no tardando mucho en aquistarse gran predicamento en las amplias esferas que en redor de la citada doctrina vigorizaban el pulso cultural y político de la urbe más dinámica del país en el cultivo del pensamiento y el arte. Su acreditada referencia como mentor del ideario progresista-marxista lo convirtió, como ya se expuso en el artículo precedente, en poderoso imán para los estudiantes cordobeses y sevillanos ganosos de obtener su licenciatura en Historia Moderna y Contemporánea en su antigua Alma Mater. Y el resto de su relación con el futuro primer edil cordobés es ya muy sabido a través, en especial, de las semblanzas y biografías publicadas sobre su actuación y protagonismo en el gran teatro de la política nacional.

En la última etapa de su fecunda existencia, D. Julio volvió a ser alumno del anciano cronista, pero en esta ocasión nada menos que como doctorando. Realizada con completo éxito su tesis de licenciatura en la Universidad de Barcelona, aspiraba ahora a dar cima a su carrera académica con una investigación acerca de un tema tan querido por el articulista como el de la Desamortización. Empero, este, muy honrado con su petición, estimó, no obstante, que por su mayor competencia así como por otras consideraciones su gran amigo el descollante contemporaneísta D. Antonio Barragán Moriana era la persona más capacitada para dirigir tan importante estudio. Por desgracia, D. Julio, pese a sus dotes y a su ilusión en llevarla a buen puerto, abandonó la empresa por razones de índole privada y, por ende, respetables en extremo.

Su ejemplo y legado intelectuales no pueden, pues, ser más esclarecidos. Su libido sciendi, su pasión por la Historia, su entrega al noble y exigente oficio de Clío constituyeron la médula de su personalidad más íntima y entrañada. De ahí que su vida pueda erigirse con toda propiedad en modelo para las muchachas y muchachos de las jóvenes generaciones que aspiren a dejar, en su estela, un alto testimonio de idealidad y solidaridad.

* Catedrático