Todo el acto, en el marco del salón de la Diputación, celebrado el pasado miércoles en nuestra ciudad, resultó atrayente por sus toques de innovación y de novedad: las excelentes dotes del presentador, Rafael Aranda, redactor jefe de nuestro periódico; la sencillez y armonía del escenario; la puesta en escena del protagonista, Francisco Sánchez Moreno, redactor gráfico de Diario CÓRDOBA, acompañando y acompañado por las autoridades cordobesas, que, a su vez, participarían en la presentación de su libro El alma de la Academia; el estilo informal de las preguntas y respuestas, original y personalizado, de cuantos intervinieron en un acto, que se nos ofrecía con el rumor de un nuevo surtidor de la cultura: la naturalidad por una parte, la originalidad por otra, y en el centro, la noticia viva, aromatizada por la imagen. Y es que, tanto los protagonistas como los asistentes, quizás sin darnos cuenta, estábamos dibujando ese cuadro de la «belleza ordinaria», que tantas veces pasa desapercibido. El escritor crea belleza cuando logra trasparentar su alma a través de la sonora luminosidad de sus palabras. Cuando el escritor es bueno, su texto es siempre un triunfo del espíritu sobre la materia, sobre las palabras. Si el autor consigue expresar lo que quiere, el lector palpa su espíritu y goza con la belleza por él creada. Esto mismo, calcado, podemos decir de la obra del reportero gráfico Paco Sánchez, que imprime su alma de artista en el arte de sus fotografías. Quien se dedica a crear belleza por medio de las imágenes pone en ellas toda su alma. La belleza de una imagen, de una obra, de este libro del querido compañero, que ha logrado captar admirablemente con su cámara el alma de la Academia de Córdoba, no es fruto del azar, sino del esfuerzo prolongado en el tiempo por llenarse de la realidad, aprender de los demás y transparentar el alma. Admirable también el prólogo a cargo de Francisco Antonio Carrasco, y los textos de Manuel Gahete que acompañan las fotografías. Un libro que ensalza la fotografía hasta convertirla en gozoso latido, imperecedero como el alma.

* Sacerdote y periodista