La preocupante escalada de agresiones a profesionales de la sanidad está siendo denunciada con frecuencia por los sindicatos, que reclaman medidas para frenarla. Cuando, pese a todo, se producen, es bueno saber que los autores pueden encontrar un buen escarmiento en los tribunales. Un ejemplo lo encontramos en Melilla, donde un juzgado ha condenado a una mujer a abonar una sanción de 960 euros por amenazas y agresión a una auxiliar de enfermería del Hospital Comarcal de la ciudad autónoma y llamar «mora de mierda» a una celadora, después de mostrar su disconformidad con el tratamiento recibido en Urgencias, donde al reconocerla dijo que le habían hecho daño en un pie y formó un escándalo considerable.