El pasado sábado colaboré en el suplemento cultural de este diario, Cuadernos del Sur. El motivo fue la acertada decisión de Francisco Expósito de recordar que el pasado día 24 se cumplía el 150 aniversario del nacimiento de don Juan Díaz del Moral, conocido como el Notario de Bujalance, pues en su localidad natal desarrolló buena parte de su actividad profesional. No voy a repetir lo dicho en mi artículo, pero sí quisiera resaltar algunas cuestiones de las que no me pude ocupar allí. Por un lado, hice referencia a su última intervención del 28 de abril de 1933 en las Cortes Constituyentes de la República. Ya había desaparecido el grupo con el que concurrió a las elecciones, la Agrupación al Servicio de la República (disuelta en octubre de 1932), y en aquel debate sobre la política del gobierno, presidido por Azaña, explicó la posición de los diputados ahora independientes de defensa de la obstrucción parlamentaria, al tiempo que proponía como única alternativa que los socialistas salieran del ejecutivo y se constituyera un gran partido republicano.
No deja de sorprender esa posición por cuanto su elección como diputado por Córdoba fue posible, entre otras cosas, gracias al apoyo socialista, hasta el punto de que, como nos ha recordado A. Barragán, participó en el mitin de cierre de campaña de 1931 con la plana mayor de los dirigentes provinciales de ese partido, junto con Fernando de los Ríos. Sería esta una cuestión que Azaña recordaría en su diario cuando escribió el 30 de abril acerca del desarrollo de aquella sesión parlamentaria, y dice que «habló un señor Díaz del Moral», quien como otros diputados de su grupo salió elegido «con votos que les regalaron los socialistas y los republicanos». Añadía además: «Díaz del Moral es un viejo andaluz, especializado en cuestiones agrarias. Farfulla unos discursos que nadie oye, y cuando formaba parte de la Comisión agraria causó no pocas dificultades y disgustos». Por último, consideraba que el cuadro que pintó del país parecía más propio de diarios como ABC o El Debate. Son unas apreciaciones muy duras, y desde luego injustificadas en lo referente al papel de Díaz del Moral en las discusiones sobre la reforma agraria, donde jugó un papel relevante, resaltado en trabajos como los de A. Barragán o Jacques Maurice. En cuanto a la audición de sus discursos, parece que tenía que ver con el tono de voz de nuestro notario, que tenía dificultades para hacerse oír en una Cámara que carecía de los medios técnicos de hoy.
Pero si en la actualidad seguimos hablando de él no es por su paso por la política, sino por la aportación que realizó con su Historia de las agitaciones campesinas andaluzas (1929), una obra a la que ha habido acercamientos desde la perspectiva de la historia, la sociología o la geografía, y con respecto a la cual la historiografía tiene una gran deuda, y podemos afirmar que, como él deseaba, no ha resultado «infecundo el esfuerzo de un hombre que ha consagrado muchas horas a recoger datos, a registrar hechos y salvar del olvido interesantes documentos en inminente riesgo de perderse para siempre». En 1980 se le tributó un gran homenaje en Bujalance y Córdoba, y el Ayuntamiento de esta última creó un premio de investigación sobre historia social hoy desaparecido, y en cuya nómina, entre otros, figuran colegas y amigos como Fernando Arcas, Antonio Barragán o Francisco Acosta. Quizás ninguna obra como la suya recoja tantos datos sobre todos y cada uno de los pueblos de nuestra provincia, por lo cual quizás debería ser objeto de atención especial por parte de la Diputación Provincial, desde cuyo seno podría partir la iniciativa de que se llevara a cabo algo de lo que aún carecemos: una completa biografía de una de las personalidades más interesantes del siglo XX cordobés.
* Historiador