Tras ocho años de calvario, al ser sentenciada a muerte por blasfemia, Asia Bibi fue liberada por falta de pruebas, pero sigue temiendo por su vida.El Estado pakistaní le ha robado casi diez años de su vida. Nacida en 1971, Asia Bibi pasó el apogeo de su vida en prisión. La extremadamente pobre madre de cinco hijos fue arrestada en 2009 por insultar al Islam y fue condenada a muerte un año después.

En Pakistán, incluso la más mínima acusación, es suficiente para poner a alguien entre rejas por blasfemia. Finalmente, después de casi diez años de un agotador tira y afloja legal, Asia Bibi fue absuelta por el Tribunal Supremo de Pakistán. Políticos y activistas de derechos humanos de todo el mundo han recibido esta noticia con alivio.

Todo ocurrió el 14 de julio de 2009 cuando esta campesina católica de Ittan Wali, un núcleo rural del punjab pakistanía, fue al pozo a beber agua. Varias mujeres le gritaron y le dijeron que el agua era de las musulmanas y que sí bebía la contaminaría. Por una vez, Asia contestó y dijo: «me da la impresión de que Jesús tendría un punto de vista diferente al de Mahoma sobre esta cuestión». «¿Cómo te atreves a hablar por boca del profeta?», dijeron estas musulmanas que la acusaron formalmente de blasfemia. Fue encarcelada y poco después, era condenada a la horca (2010). Es un gran signo que a pesar de este sufrimiento Asia Bibi permaneció fiel a su credo, no renunciar a su fe católica.

El Supremo absolvió a Asia el pasado 31 de octubre de la condena a muerte por el Tribunal Superior de Lahore, que ordenó su liberación en tanto que estudia un recurso contra su absolución.

Mientras tanto, su familia ha pedido ayuda a la comunidad internacional, para que les den asilo por motivos de seguridad; el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, ha afirmado que ayudarían a Asia a abandonar Pakistán con la ayuda de otros países europeos.

El abogado de la cristiana salió de Pakistán y en una rueda de prensa en La Haya alertó sobre las amenazas a la vida de su defendida y explicó que él huyó a Holanda porque se convirtió en el objetivo principal de los islamistas radicales en el país que continúa exigiendo su muerte y protestando en las calles contra el el Tribunal Supremo. Ningún blasfemo tiene derecho a vivir, dicen.

Asia Bibi encarna de manera muy gráfica la situación de persecución religiosa en el mundo. Entre los miles de rostros anónimos, esta joven cristiana católica ejemplifica y simboliza lo que sigue ocurriendo en pleno siglo XXI, ante la pasividad de Occidente, en países donde ser de otra religión puede llevar a una persona a la horca.

Así la situación, implica dejar el país. «Somos paquistaníes y no queremos dejar nuestro país, tenemos la esperanza de que todo cambiará algún día» dice el marido de Asia Bibi. Por esto Asia Bibi es una gran esperanza para el país y para las minorías del mundo.

* Licenciado en Ciencias Religiosas