Desde la infancia, nos ha llamado la atención la grandeza e inmensidad del Universo. Vivir la experiencia de contemplar las estrellas en una noche despejada, aparte de ser un espectáculo estético inigualable, es una magnífica cura de humildad. Sin embargo, es sorprendente la escasez de datos de los que realmente disponemos sobre el Cosmos. Así, siempre nos ha intrigado la idea de los "agujeros negros". ¿En qué consistían? ¿Por qué se denominaban "negros"? ¿Se podría quedar alguien atrapado y entrar en una situación de "no retorno"?

La misma sensación la hemos experimentado cuando nos relacionamos con las personas a través del asesoramiento psicológico. Intentar comprender al ser humano es una tarea apasionante. Tras una serie de años en contacto directo con "el alma que sufre", no nos dejamos de sorprender con las miserias y grandezas de las personas y permanentemente se vislumbran zonas o "agujeros negros" a los que resulta difícil acceder. Igualmente, nos interpela la pobreza de conocimientos para explicar esos procesos cognitivos. No en vano, durante siglos todo lo relacionado con la salud mental ha estado rodeado de un cierto misterio o halo enigmático. No es raro que incluso hoy en día sea campo abonado para todo tipo de supersticiones y "pócimas mágicas" de supuestos gurús que se presentan como salvadores para solucionar cualquier problema que tenga que ver con lo que popularmente se describe como "estar mal de los nervios".

Salvando las distancias, podríamos establecer algunas comparaciones entre los "agujeros negros" del universo y la mente humana. Según los científicos un "agujero negro" es una región del espacio-tiempo de la cual ni siquiera la luz puede escapar debido a la enorme intensidad de su gravedad. ¿Qué podríamos resaltar respecto a ambos "agujeros negros"?

- Presentan una impresionante capacidad para retener toda la materia contenida en su interior. Muchos conflictos psicológicos cobran tal fuerza e intensidad que consumen todas las energías de la persona que los sufre.

- No son fáciles de observar desde el exterior. Son "tan negros" que no pueden captarse a simple vista o con un telescopio, y sólo se pueden "sentir" los efectos gravitacionales producidos por su enorme masa. No hay áreas orgánicas o físicas en las que podamos ubicar los trastornos mentales, pero sí somos conscientes de sus consecuencias. Quizá no dispongamos actualmente de la tecnología adecuada.

- A su vez, absorben cualquier objeto con masa que caiga en su campo gravitacional. Las personas con problemas psicológicos están tan ensimismadas que hacen que todo gire a su alrededor y pueden "succionar" como "vampiros emocionales" a todos aquéllos con los que se relacionan.

- Manifiestan una gran dificultad para poder emitir la luz. Los sujetos que piden ayuda psicológica tienen graves problemas para expresarse y salir fuera de sí.

- En el interior de un agujero negro el espacio y el tiempo desaparecen. El reloj se detiene y las leyes de la naturaleza no rigen. Hay individuos que viven "atrapados en historias personales". Así, algo que ha ocurrido hace muchos años puede seguir actuando en el presente.

Tenemos derecho a ser protagonistas de nuestras propias vidas. Es verdad que nos encontramos con un libro en el que las primeras páginas han sido escritas por otros, pero he ahí nuestra responsabilidad para continuar y elaborar el guión que queramos. A lo largo de ese camino podemos tener situaciones en las que amigos o profesionales de la salud nos puedan asesorar. Sin embargo, la construcción del relato ha de tener nuestro sello personal y, por mucho riesgo que plantee, es una responsabilidad que nos pertenece y no debemos descargar en los demás.

Frente a un contexto social que a veces presenta un horizonte que tiende a crear "zonas de no retorno" similar a la de los "agujeros negros", es necesario afrontar la vida con esperanza. De ahí que la Psicología tiene que posibilitar alternativas que ayuden a "aclarar" e "iluminar" las zonas oscuras. No hay tarea más ardua pero más gratificante que responsabilizarse de la existencia y convertirse en el protagonista principal de la propia vida. Somos conscientes de que vivimos en "tierras de penumbra" y que estamos en tiempos de cierta desazón y de búsqueda de seguridades fáciles y cómodas. Sin embargo, nunca como hoy la vida hay que ir a buscarla. Cada día nos abre a múltiples experiencias que pueden ser posibilidades enriquecedoras de encuentro personal y de maduración. Cada mañana hay que comenzar a caminar de nuevo, aprender a respirar y asumir el riesgo de vivir en sociedad.

Concluimos haciendo nuestra una frase atribuida a Lutero: "Incluso aunque supiera que el mundo se iba a acabar al día siguiente plantaría un árbol".

()Autor del libro: "Agujeros negros de la mente: Claves de salud psíquica". Editorial Desclée de Brouwer