No se espera la vida municipal cordobesa a que llege ese tradicional «otoño caliente» que marca a partir de septiembre el comienzo del curso, sino que añade, a las altas temperaturas que definen el calor natural de agosto, un grado de tensión inesperado y poco frecuente a estas alturas del año. Quizá habría que aplicar un poco de serenidad y visión más amplia para enfriar estas «calientes» discrepancias, que rozan el enfrentamiento y hasta las salas de los tribunales, surgidas en Córdoba a raíz de la aplicación de las normas sobre los veladores y sobre la «contaminación visual» que producen muchos comercios turísticos en la Judería. Estos dos temas están relacionados entre sí en la medida en que afectan a sectores turísticos, y en el primero, además, las organizaciones empresariales están divididas y con criterios discrepantes, lo que dificulta tanto la búsqueda de consensos como las acciones conjuntas de protesta o negociación, en su caso. A estos asuntos se suman otros, como el aviso a los vendedores ambulantes de que deberán ponerse al día de sus deudas fiscales con el municipio si quieren que se les permita ejercer la venta en los mercadillos.

Los tonos crispados y el anuncio de demandas judiciales parecen desproporcionados para los temas en liza, teniendo en cuenta, además, que son asuntos regulados en las ordenanzas municipales. Mejor parece la iniciativa del primer teniente de alcalde y responsable de Urbanismo y de Turismo, Pedro García, de reunirse con los comerciantes de la Judería la próxima semana, para exponerles los planes del Ayuntamiento para mejorar la imagen de las calles más visitadas. García se remite a las exigencias de conservación que marca la Unesco para los espacios declarados Patrimonio de la Humanidad y a acuerdos adoptados por las ciudades patrimonio mundial y por el reciente Foro de Turismo. La medida no es cómoda para los comercios que tienen su «escaparate» en la misma calle, pero podrá negociarse, fijar plazos y aplicar ideas innovadoras que beneficien tanto al entorno como a los empresarios.

En cuanto al tema de los veladores, parece que la mesa de diálogo que se creó no consiguió, pese a los acuerdos adoptados, traer paz y claridad al conflicto. En este asunto no pueden admitirse criterios laxos para unos establecimientos y estrictos para otros, aunque quizá pueda recuperarse cierta flexibilidad por ambas partes para que, respetando a los peatones y sin invadir espacios comunes, el cumplimiento de la ordenanza no sea un imposible.

En cualquier caso, resulta asombroso que Córdoba ande a la gresca con estos asuntos que, sin ser menores, tampoco deberían alterar de esta manera la convivencia y restar energía para cuestiones de más calado que necesita esta capital si quiere salir de su atrofia económica y crear empleo. Tanto el equipo de gobierno como los empresarios deberían buscar fórmulas para cerrar el conflicto.