La juventud es ante todo un torbellino de emociones y decisiones poco racionales, pero hermosas. Es una época de búsqueda, de aprendizaje, de locuras quizá, de errores y sinsabores, pero queda tanto tiempo por delante que el final se ve tan lejano como para no ocuparse para nada de él, algo que no es así. A envejecer empezamos el mismo día de nuestro nacimiento, de forma que lo correcto y necesario sería cuanto antes empezar a tomar medidas para prevenir o retrasar el inevitable envejecimiento, pero la sociedad actual rinde culto a la juventud y nos incita a mantenernos jóvenes al precio que sea. Y de ahí la moda cada día más común de acudir a la cirugía estética que en España está alcanzando las mismas cuotas de demanda que en países vecinos como Francia e Italia. Las mujeres, sobre todo, cada vez tienen mayor confianza en esta técnica y están mejor informadas de la necesidad de ponerse en manos de un buen profesional. No obstante someterse a una operación puede mejorar el aspecto físico pero no hace milagros. Sí, el estiramiento facial, para reducir pliegues y arrugas, es una pasajera solución pero los signos del envejecimiento dependen mucho de factores hereditarios, hábitos alimentarios, situaciones de estrés, exposición prolongada al sol, etc. Lo que equivale a pensar que no todo puede quedar reducido a una simple intervención que si bien puede ser remedio para acusados complejos, el resultado, como dicen los propios doctores, y ya hemos citado, no hace milagros. El paso por el tiempo es imparable pero no queda más remedio que tomar las cosas como son y aceptarlas tal como devienen. Los años de madurez llegan, o nos han llegado ya, y hay que prepararse o mentalizarse para afrontarlos y vivirlos con placidez, con alegría, con satisfacción propia de saber vivir transmitiendo paz, experiencia, y sobre todo, esperanza.

* Maestra y escritora