No se preocupen, que el Aeropuerto de Córdoba no despegará nunca, porque ya se encarga de ello la Córdoba profunda. La del cuanto peor, mejor. La del que se quede mi vecino ciego, aunque yo me quede tuerto. La que quebró Cajasur y, por consiguiente, Córdoba. ¡Qué pena! Antes son capaces de ampliar el falso Aeroclub para que ocupe el aeropuerto.

Está muy claro: Córdoba tiene dentro su peor enemigo. Hablo sin generalizar, por supuesto; porque en Córdoba hay de todo, claro que sí; pero, desgraciadamente, la realidad es la que es. Y lo peor es que esa ruina la van a heredar nuestros hijos. Los pocos que van a quedar aquí, porque la mayoría ya está emigrando de «su» Córdoba para poder comer.

Y todo, por nuestra culpa; por nuestra grandísima culpa. ¡Para que el mal triunfe, basta con que las personas buenas no hagan nada! RIP, Córdoba.