Hace varios días me invitaron en una parroquia a repartir alimentos a quienes no tienen suficiente para alimentarse, que no solo lo hace estos días navideños, sino que, en colaboración con el Banco de Alimentos, lo hace durante todo el año, además de ayudar a otros menesteres( luz, alquileres, orientación laboral, etc). Uno se queda estupefacto al ver la cara de agradecimiento, y sobre todo percibir la esperanza de que existen personas que están dispuestas a ayudar, fuera de la marabunta del hiperconsumismo que nos rodea. Es cierto que la caridad no es la solución, mas nos olvidamos de que en tanto vienen las soluciones políticas estas personas tienen que comer hoy, su familia no puede esperar, son los belenes vivientes que existen en nuestra periferia . Estamos pues en el corazón del mensaje de Jesús, nacido en un pesebre, que supone toda una crítica a todos los poderes que, con su política y economía, quieren divinizarse, para que se los adore manteniendo su poder, privilegios e intereses .El Evangelio de Jesús critica y denuncia de forma coherente, concreta e histórica, los males y poderes del mundo, como Roma con su religión, política y economía perversa, inhumana, basada en la esclavitud, la guerra e injusticia social. Con su forma de creer y de vivir en Cristo, los primeros cristianos se resistieron hasta el martirio a obedecer a e este culto idolátrico y tiranía del poder e ideología de Roma que quería dominar a toda la tierra.

Esta es, justamente, la experiencia del Adviento que culmina con la Navidad, el acontecimiento más importante de la historia cristiana: Dios mismo que se encarna en Jesús de Nazaret, liberador y subversivo, que cambia desde el portal todos los valores egocéntricos. La actualidad de la Navidad nos llama a hacer presente esta resistencia y esperanza: el Reino de Dios y su justicia liberadora de todos los imperialismos actuales. La fe y la teología de nuestro tiempo nos invitan a una espiritualidad, a una mística de la solidaridad y caridad política. La caridad política es como esa «macrocaridad», más universal y extensa, que busca el bien común mundial, la civilización del amor. Se trata de ir promoviendo la globalización de la solidaridad, la paz, el desarrollo humano global, la justicia (socio-ambiental) y la ecología integral frente a la globalización neoliberal de la guerra, de la competitividad y de la destrucción ecológica. En la caridad sociopolítica, se promueve la equidad de los sistemas económicos y el bien común en la política frente a la inequidad, y nos lleva a la responsabilidad por la regulación ética del mercado y a erradicar las causas estructurales de toda esta inequidad. Tal y como nos muestra el Papa Francisco (por ejemplo, en EG o LS), que insiste, de forma constante, que sin esta equidad y justicia con los pobres no habrá la paz y fraternidad que nos trae el Niño Dios. Feliz Navidad y no perdamos la esperanza utópica de que es posible un mundo mejor.

* Diplomado en ciencias religiosas