La Formula Uno prohíbe las azafatas en la parrilla de salida. Bueno en la de salida, en la de entrada y en la que sea... Y ahora llegarán los de siempre, cargados de absurdos y trasnochados argumentos diciendo que esto era ya lo que faltaba y que donde vamos a llegar con esta fiebre feminista y demoniaca que nos posee.

Pues se lo diré, se trata de llegar a una sociedad en la que no existan roles tan ridículos como este: el hombre es el que practica un deporte, el que sea, y la mujer solo sirve para adornar su triunfo. Fin.

Y me da igual que sea el baloncesto y esos grupos de animadoras que adornadas con pompones y coletas infantiles mueven el culito en el descanso dejando ver sus bragas a cada contorsión; o el ciclismo y sus azafatas enfundadas en trajes malla que posan al lado del vencedor como un adorno más inanimado que completa el escenario (¿para qué?, pues puro adorno); o las chicas esbeltas y reconstruidas que en la Formula Uno sirven --servían-- incluso para que su cuerpo fuera el paredón de descorche del carísimo champán con el que el vencedor celebra su hazaña, porque las hazañas y las victorias son siempre de ellos y el adorno, puro adorno muchas veces hasta ridiculo, el nuestro.

A todos esos, incluso a algunas de mis congéneres que dirán que exagero y que estamos presos de una ola enfermiza de nos impide seguir viendo normal lo que es completamente normal, les diría que lo siento, pero que ha llegado el momento de decir no a todo esto y seguramente porque cada vez hay más hombres, hombres de verdad, que no necesitan ridiculizar, ni humillar, ni cosificar a las mujeres para ser campeones de lo que sea y celebrar su victoria con nosotras.

¿ Se imaginan un partido de baloncesto femenino animado en el descanso por un grupo de chicos fornidos, exhibiendo músculo, con bañador turbo y camiseta apretada moviéndo sus traseros con ritmo sensual? ¿Y a esos mismos chicos divirtiendo al público en el descanso de la natación sincronizada o el elegante patinaje artístico?... Pues yo tampoco, porque la idea no es caer ahora, pero a la inversa, en modelos tan degradantes para uno u otro género. La idea es dejar de ver la innegable belleza femenina al margen de su inteligencia y dejar de utilizarla como puro adorno del éxito masculino.

* Abogada