Córdoba dice adiós a su mes de mayo, rutilante y hermoso, de colores para todos los paisajes y de aromas para todos los gustos. Mayo es un mes pensado a la medida de nuestra ciudad y nuestra ciudad tiene su sede principal en mayo, cátedra abierta a todos los buscadores de belleza, de lugares para la admiración y el encanto, de rincones para el silencio, de espacios que evoquen nuevas sinfonías para saborear la «cultura del encuentro». Será siempre un encuentro rebosante de historia que se refleja en nuestro patrimonio artístico, y a la par, que enlaza pasados y presentes para «adivinar futuros». Y así, nos vemos reflejados en cada encuentro como caminantes privilegiados que tienen al alcance de su mirada tantas maravillas como anhelos. Córdoba abre mayo con las cruces enmarcadas en flores --la cruz convertida en árbol florido, de raíces hondas, profundas, fuertes, que pregona algo tan esencial para la vida del hombre como es la salvación--, cruces para la alegría y para el triunfo, si aprendemos bien que la cruz solo crece y florece allí donde se entiende y practica la entrega generosa, la donación anónima. Y al concurso de las cruces seguirán las visitas a los patios, que mantienen su esencia como fiesta de hospitalidad y acogida por parte de los vecinos. Los cordobeses sabemos bien que estas construcciones, heredadas de las romanas y árabes, tenían un patio en el centro en el que se instalaron las cocinas comunes, los lavaderos... Y existía la costumbre, a la llegada de la primavera, cuando salían las flores y comenzaba a mejorar el tiempo, de pasear por el barrio e ir a visitar los patios de los familiares, de los vecinos, para admirar su belleza. El colofón del mes de mayo en Córdoba será la feria de Nuestra Señora de la Salud que hoy finaliza. Las riadas de visitantes han hecho de Córdoba una ciudad turística por excelencia. Su calificativo de «ciudad de destino universal», nos seguirá invitando a convertirla en lugar privilegiado para el encuentro; en ágora para el diálogo siempre cordial y razonable; en cátedra de sabiduría popular que enseña a «crecer hacia arriba» y a contemplar la vida como invitación constante a buscar y encontrar una «felicidad nueva», aromática como la flor y bella como la esperanza.

* Sacerdote y periodista