Ha muerto el excura jesuita y ex presidente del PNV, Arzalluz. Espero que lo hayan recibido las cerca de mil víctimas cobardemente asesinadas por sus amigos de ETA. Esos de los que él se sentía tan orgulloso y que daban «patadas al árbol» para que él recogiera los «frutos». El del RH vasco, etc. ¡Menudo! Sí, ya sé que recibía instrucciones de su empresa, la iglesia Católica. E imagino que en ese «juicio final» que ellos predican alegará en su defensa la obediencia debida. Como hicieron los nazis. Pero lo tiene muy difícil, porque aquí quedará por mucho tiempo su huella: el dolor y el sufrimiento causado.