España en la actualidad es un Estado aconfesional, pero tradicionalmente hemos sido una nación religiosa y católica y muchas de nuestras manifestaciones culturales van ligadas a creencias religiosas: patronos, romerías, Semana Santa, incluso las expresiones de duelo ante la muerte.

¿Por qué hay un acoso permanente desde determinados sectores políticos y sociales a la religión católica y no ocurre con otras confesiones, como protestantismo, judaismo, islamismo? Ninguna representante municipal se atrevería a mostrar su «intimidad» en una mezquita musulmana, como lo hizo en una capilla católica de la Universidad, en aras de la libertad de expresión. ¿Qué buscaba? ¡En qué escuela democrática había aprendido que la libertad de expresión se gana hiriendo la sensibilidad de un sector importante de población! La libertad de expresión comienza por una palabra que la sociedad actual usa muy poco, que es respeto. Respeto a las creencias, respeto a la intimidad, respeto a las tradiciones y en definitiva respeto al ser humano. No hay mejor «duelo»que el de las ideas, duelo que nos ayuda a crecer como individuos y como sociedad, pero ese duelo tiene que basarse en el respeto y la tolerancia. ¿Cómo un ciudadano que vive en Democracia puede estar constantemente desacreditando, creencias y valores que no comparte? Evidentemente ese individuo no ha nacido para ser demócrata. Votemos porque dejen de perseguirse sentimientos, tradiciones, ideas e incluso nuestra propia cultura, y el respeto y la tolerancia sean nuestra seña de identidad.