Un informe de la organización ecologista europea Transport & Environment ha llegado a la conclusión de que Madrid Central es, de 250 experiencias analizadas, la zona de bajas emisiones europea con mayor reducción de la presencia de dióxido de nitrógeno en el aire. A pesar de que, sin necesidades de esperar a estos análisis, la pacificación del centro de la ciudad fue evidente en cuanto la iniciativa de la alcaldesa Manuela Carmena se puso en marcha, la derecha hizo de las críticas y reticencias más irracionales y primarias uno de sus argumentos de campaña en las últimas elecciones municipales. Y una de las primeras medidas de Martínez-Almeida fue una moratoria de sanciones que duró solo una semana al ser suspendida en los tribunales. Este revés judicial, y el informe que desmiente de nuevo los datos falsos sobre un inexistente aumento de emisiones que esgrimió el nuevo alcalde, no son los únicos contratiempos. La amenaza de sanciones de la Unión Europea, el descrédito internacional y las reticencias de Ciudadanos a secundar el negacionismo ambiental de sus socios de Vox complican la intención de desmontar Madrid Central. Un alcalde que se fotografió complacido mientras una grúa retiraba jardineras para que pudiesen aparcar coches en su lugar está obligado ahora a mantener una medida necesaria y que más ciudades, adaptándola a cada contexto local, deberán adoptar.