El Puente del Arenal, desde la Feria al Campo de la Verdad, tiene un cielo azul con pedazos de rojo y un joven negro de marfil que se enmarca en el muro trasero del C3A, cuya arquitectura es un reflejo del agua. Esta salida de la Feria para casa tiene todas las posibilidades de belleza, ausentes en la de taxi y autobús, que en vez de para contemplar sirven para desatascar el Real. La Feria ha sido un vivir diario en nada parecido al de la rutina, pero que sirve bastante para especificar en qué lado y momento de la vida andas. Sobre todo si te paras, camino del Puente Romano, por donde acampa la belleza, a pensar que se está acabando mayo en su 50 aniversario, aquel mes de 1968 que le puso páginas relevantes a la historia. Con 17 años pensabas en lo que pensaban los jóvenes de sexto que estaban aprendiendo la vida: «Manolo --me enseñó en la ahora Plaza de la Agrupación de Cofradías, desde donde se ve la torre de la Catedral, mi amigo Juan Ibáñez--, lo mejor de las mujeres son sus piernas»; que yo me creía que era su cara. En París los jóvenes estaban buscando la playa debajo de los adoquines y aquí la actualidad global era que el mes anterior Massiel había ganado con el La, la, la el festival de Eurovisión, que no estaba nada mal. Años adelante empezamos a pensar de otra manera y a echar de menos no haber vivido aquel mes en París, como sí lo hizo un personaje de novela de Leguina, cuando forjabas un currículum y necesitabas experiencia. El Mayo del 68 nos llevó a la Revolución Francesa y empezamos a entender que lo ético en la vida era un natural inconformismo con la injusticia que ha construido la historia y que ha retratado en tres clases: los ricos y los pobres y, en mitad, la llamada clase media, que vuelve a empobrecerse con la jubilación. Por eso nos pareció natural el 15-M del 2011, una revolución que sí vivió mi hija acampada en la Puerta del Sol de Madrid, y que pretendía una democracia más participativa alejada del dominio de bancos y corporaciones. El Puente del Arenal, casi con luz del alba, nos devuelve a la vida sin luces. Donde la justicia señala a la red Gürtel y condena de manera tajante la corrupción política en el PP. Llegamos al Campo de la Verdad. Se han acabado las ferias.