El Abecedari de la independencia ya es un best-seller. La sinopsis viene a decir: «Un libro para que los niños y las niñas aprendan las letras del abecedario, con ilustraciones de Roser Calafell. Cada letra tiene un motivo identificable con el proceso soberanista (Asamblea, Burro catalán, Consulta, etc.). Un libro que hará las delicias de los niños y las niñas (y de los adultos) y los acercará al momento histórico que estamos viviendo». La traducción es mía y quizá no del todo exacta, porque mi catalán leído acaba en la poesía de Vinyoli y Gimferrer. Nada menos que 24 páginas en la editorial la Galera para que los padres y los peques puedan compartir momentos en un álbum ilustrado con encuadernación rústica. A de Assemblea Nacional Catalana, B de Burro catalá, C de Consulta, y así. E de Estelada. Y por supuesto, I de Indepèndencia. M de Manifestació. Y P de Parlament, pero no de Pluralidad. El libro incluye un póster de regalo con las 28 consignas, que no letras. En las ilustraciones los niños aparecen con la estelada como capa. Es impresionante cómo también este proceso de adoctrinamiento se deja en la cuneta a la mitad de la población. Para esta realidad sólo existe un relato. No se trata sólo del futuro, del adoctrinamiento de estos niños, con su perversión del mensaje --sólo hay una Catalunya: la nuestra; los que no estén de acuerdo que se vayan, porque no serán catalanes, sino españolistas, renegados y traidores-- sino también la capacidad para ver el negocio mientras no sólo Catalunya, sino todo el país, se parte en dos. Se venderá por miles, mientras media región cubre a sus hijos de un discurso que excluye a la otra media. El libro está indicado para niños a partir de cuatro años. Cuatro. Claro que se puede dialogar, pero no con golpistas. Pero llevan en esto mucho tiempo. Estos independentistas parecen más españoles de lo que creen: recuperando la formación del espíritu nacional, han conseguido ser más franquistas que los fachas.

* Escritor