El Gobierno argelino ha abandonado a más de 13.000 migrantes irregulares en el desierto del Sahara, en poco más de un año, donde los ha dejado a su suerte, sin reservas de agua ni comida, y sin hacer distinciones con mujeres embarazadas y niños. El presidente Buteflika es el responsable de esta dramática situación por la que ya han pasado 30.000 personas desde el 2014.