La despedida de 2020 en la Puerta del Sol de Madrid se caracterizó por la ausencia de personas que al pie del reloj siguieran sus campanadas, pero había otra novedad, motivada por una decisión de la presidenta de la Comunidad: los colores de la bandera nacional aparecían proyectados sobre la fachada del edificio. No tengo nada en contra de nuestra enseña, pero sí pienso que no mantiene ningún vínculo especial con las fiestas navideñas. Cabe interpretar que Díaz Ayuso haya querido competir con la iluminación con esos mismos colores a lo largo de varios kilómetros decretada por el alcalde. El día anterior visité la exposición ‘Azaña, intelectual y estadista’ en la Biblioteca Nacional (también otra excelente sobre Concepción Arenal en el mismo lugar), y en ella pude contemplar la bandera izada en el ayuntamiento de Éibar con motivo de la proclamación de la II República. De aquel hecho se cumplirán noventa años el próximo 14 de abril, y a medida que sonaban las campanadas el pasado jueves, recordaba que desde el balcón del edificio que entonces era Ministerio de Gobernación, el presidente del Gobierno provisional, Niceto Alcalá-Zamora, se dirigió a la nación para dar cuenta del nacimiento de un nuevo régimen, y luego escribiría en su dietario: «Hice un esfuerzo y me oyeron. Todo cuanto habíamos sufrido y aun arriesgado era poco, parecía nada junto a aquella victoria obtenida como en ninguna otra de las sacudidas revolucionarias que afirman la voluntad de las naciones».

La llegada de la República no fue una sorpresa, al menos así se puede deducir de las opiniones que se expresaban desde finales de 1930, y no solo por las palabras de José Ortega y Gasset en su conocido artículo en el diario El Sol el 15 de noviembre (’El error Berenguer’) y su Delenda est Monarchia . El mes anterior, en octubre, en un sondeo realizado entre algunas personalidades por el Heraldo de Madrid , encontramos palabras como las de Gregorio Marañón: «Vamos hacia la República», de Alcalá-Zamora: «La Monarquía es imposible que se aguante más», de Romanones: «He observado que en Madrid todo el mundo habla de la revolución», de Miguel Maura: «El pueblo quiere la república, la siente y tiene apetencias revolucionarias», y de Eduardo Ortega y Gasset: «Ahora se trata de arreglar la Monarquía, pero ya es tarde». Analizar aquel cambio de régimen es uno de los temas que han ocupado a la historiografía en los últimos años, y la pandemia va a evitar que muchos actos académicos previstos para recordar el noventa aniversario se puedan realizar, entre ellos el Congreso proyectado desde el Patronato Niceto Alcalá-Zamora para el próximo mes de abril.

La República, tras la celebración de elecciones a Cortes constituyentes, significó también la aprobación el 9 de diciembre de una Constitución que nos colocaba en el primer nivel de los sistemas democráticos europeos del momento, y al día siguiente de su aprobación sería elegido como primer presidente de la República un cordobés de Priego, Niceto Alcalá-Zamora y Torres, quien tomó posesión de su cargo el 11 de diciembre. Unos días después de su elección le dirá a Chaves Nogales en una entrevista: «No olvido que, aunque de un pueblo distante de la capital cordobesa, soy cordobés y los cordobeses tenemos siempre en nuestra alma un registro grave y un sentido estoico del vivir». En consecuencia, en nuestra provincia tenemos motivación más que suficiente para recordar lo acontecido hace 90 años a través de este personaje que a lo largo de cinco estaría al frente de la Jefatura del Estado. Y además se puede vincular a otro acontecimiento local, pues unos días antes de su elección, en noviembre, don Niceto estuvo presente en la inauguración del museo de Julio Romero, al que acudieron dos ministros, Indalecio Prieto y Marcelino Domingo.

* Historiador