Los que rondamos los 55 tenemos vagos recuerdos de la época de la dictadura. Sin embargo recordamos con nostalgia los primeros años de la transición, cuando armados con cubos de plástico llenos de cola pegábamos carteles hechos en la parroquia San Rafael de La Fuensanta exigiendo infraestructuras para el barrio y trabajos dignos para nuestros padres. Hoy, 45 años después de la muerte del dictador, no queda nada de ese espíritu. Nuestros políticos no ven ciudadanos sino votantes y hay empresarios que siguen con las mismas triquiñuelas para arruinar familias y seguir «con taco» e ilesos. Cuarenta años de dictadura y cuarenta y cinco de política pro-empresarial. Suerte amigos. A los trabajadores de STS.