No pretendo ser un agorero de escatologías apocalípticas pero, ante la complejidad creciente de nuestro mundo y la desorientación que el ciudadano padece en proporción directa al bienestar de unos pocos listillos, cada vez más se complica la circulación de las personas normales y las cosas necesarias, el mercado se concentra y se aumenta el riesgo de ser absorbidos por esta oscuridad ontológica que se abre ante nosotros. Eso, si no nos marcan con un hierro en el costado para identificarnos. Se hace, pues, necesario y urgente una definición de la izquierda o del lado izquierdo de la existencia e ir a su búsqueda y captura, instalarse allí y recuperar el reino perdido nadie sabe bien cómo ni cuándo, porque especular de si fue antes o después del advenimiento de este o aspaviento de aquél equivaldría a resolver el enigma del huevo de Colón.

Lo que la izquierda es, el más torpe lo sabe: lo contrario de la derecha (y, si me apuran, hasta de la izquierda de facto), si las ideas fueran absolutas pero, al ser muy relativas, hay algunas zonas tangenciales y, en ocasiones, se establece la confusión por la que se cuelan chaqueteros de toda laya, demagogos de cierto tipo e impostores a mogollón. Y no es fácil descubrirlos, pues en cualquier mortal sin la ambigüedad del político, colocado reflexivamente frente al espejo o de cara a un semejante que cumpla la misma función, la derecha aparece en el lado izquierdo de su lado derecho y la izquierda en el lado derecho de su izquierda, siendo al revés y no resolviendo nada si nos damos la vuelta y nos miramos de espaldas. Los hay que no se reflejan en el espejo ni encuentran un semejante con quien compararse y son, como se puede comprender, muy peligrosos. Los hay también ambidiestros y esos son siniestros de ultraderecha. En fin, que es peliagudo el asunto.

Tal vez sea más fácil ubicar la izquierda. Ante cualquier necesidad, colóquese enfrentándola por derecho, continúe recto un buen trecho de camino, sin torcer ni a derecha ni a izquierda hasta que alcance la certeza de que se encuentra en la izquierda de verdad y no en la derecha camuflada de izquierda, párese, mire a la derecha y, si no ve nadie de izquierdas, medite y tire por la calle de en medio: al final encontrará a individuos que le venderán el paraíso prometido y otras bagatelas de ocasión, pero desconfíe y sólo pregúntele por la dirección de la izquierda. Puede que ésta no exista ya pero, entonces, ¿cómo vamos a saber dónde está la derecha?

* Comentarista político