Acaba de llegar el año 2019, y nos queremos poner en la piel, de las esperanzas, hace ahora cuarenta años, de aquel 1979, cuando recuperamos la Democracia municipal. Generaciones de españoles solo habían conocido la larga dictadura franquista donde los alcaldes y concejales se nombraban en el casino y se ratificaban por la autoridad competente. En abril de 1979 todo cambiaría.

La concurrencia de candidaturas de partidos políticos, la elaboración de programas electorales con propuestas presupuestarias e iniciativas de actuación para corregir los desequilibrios en los municipios, la llamada al voto y participación activa y la convicción que había mucho que hacer movilizó a la ciudadanía. Desde entonces, cada cuatro años, los electores han decidido el rumbo de nuestros pueblos. Enumerar el profundo cambio llevado a cabo en cada pueblo y ciudad daría para muchos libros pero una rápida mirada a las grandes líneas nos sobra para afirmar cuán grandes han sido los avances generados por esa reafirmación municipal.

Primeramente, la capacidad de cada corporación municipal de establecer sus prioridades y acompañarlas con unos presupuestos realistas y solidarios en los servicios públicos desde el agua potable, el arreglo de calles y plazas, la iluminación de barrios o apuntalar el estado de bienestar. Un segundo periodo avanzó en la creación y desarrollo de políticas e infraestructuras culturales, educativas, deportivas y empezar a hablar de acciones encaminadas a sectores tradicionalmente inexistentes en los ayuntamientos, mujeres, infancia, mayores. Y una tercera, de políticas municipales generadoras de empleo, polígonos industriales, escuelas talleres, desarrollo local, agroindustria, energías renovables, comercio... Cuatro décadas donde usted seguro ha contribuido de forma directa o indirecta a alcanzar el nivel de satisfacción con su pueblo. En 2019 se mantienen las esperanzas.

* Historiador y periodista