L as primeras horas de la intervención del Gobierno en la Generalitat al amparo del artículo 155 de la Constitución y después de la declaración de independencia han transcurrido con normalidad. Una gran noticia, dada la intensidad de las emociones a flor de piel de los últimos días. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha asumido las funciones propias de la presidencia de la Generalitat y coordinará el equipo que debe ejercer en funciones hasta la celebración de las elecciones convocadas para el 21 de diciembre.

El bloque independentista mantuvo ayer un inusual silencio. En un discurso grabado, el presidente cesado, Carles Puigdemont, instó a los catalanes a resistir de forma «pacífica y democrática» a la aplicación del artículo 155. Tanto Puigdemont como el gobierno depuesto han hecho saber su voluntad de no acatar la decisión de Rajoy, pero no han dado pistas de cómo van a oponerse. Este silencio cabe enmarcarlo en las dudas que ha generado en el bloque independentista la convocatoria electoral. Puigdemont tuvo en su mano esa decisión y declinó tomarla. Participar en las elecciones implica admitir que la declaración del viernes en el Parlament no es más que papel mojado; boicotearlas supone renunciar a las instituciones y ahondar aún más la división social generada por la deriva unilateral del bloque independentista. Una locura, pero a la vista del empecinamiento de los secesionistas, todo es posible.

Por eso la normalidad de estas primeras horas de aplicación del 155 es tan bienvenida. El Gobierno ha publicado en el BOE los primeros ceses y nombramientos, y dos de las figuras claves (el ya exdirector general de los Mossos d’Esquadra y el mayor del cuerpo policial, José Luis Trapero) han reaccionado con responsabilidad a su destitución. A nadie se le escapa que un cambio de mandos sin estridencias en los Mossos es de suma importancia. Ha acertado el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, al nombrar al número dos de Trapero, Ferran López, como nuevo jefe de la policía y al encargar la gestión política al actual secretario general de Interior. Mantener el escalafón es una muestra de respeto al cuerpo policial. Los Mossos, en colaboración con la justicia, deben seguir jugando un papel determinante en la persecución de todos los delitos en Cataluña. La legalidad es ingrediente imprescindible para consolidar esa normalidad.