Ante las inminentes elecciones andaluzas, es necesario un cambio en la gestión del Gobierno andaluz; necesario y sano. Después de más de 40 años de gobierno socialista y continuando nuestra comunidad autónoma como la más pobre de España, y Córdoba entre las provincias con más paro, el cambio es obligado e imprescindible. Y debe empezar el cambio por los propios partidos, sobre todo por los tradicionales. Tanto PSOE como PP elaboran las listas de sus candidatos al Parlamento de Andalucía por la provincia de Córdoba incluyendo en ellas candidatos que ya fueron alcaldes de Córdoba y que en distintas etapas han saltado al Gobierno central y autonómico; queriendo permanecer en política y perpetuándose en ella, se integran en las listas andaluzas, encabezándolas o en puesto de relevancia, desplazando a los que ya estaban previstos y sin dejar espacio a gente nueva y válida que tiene mucho que aportar. Por otra parte, se hacen promesas como el anuncio de Susana Díaz de libros escolares gratis para niños de 3 a 6 años o como los 600.000 puestos de trabajo de Juanma Moreno, como si no hubieran tenido tiempo el Gobierno y la oposición para aprobar y proponer dichas medidas. Es por ello que surgen partidos nuevos como Podemos y Ciudadanos ante el desencanto de la gente que busca nuevas caras y otras formas de gestión, que implican necesariamente cogobiernos o alianzas para sacar adelante propuestas que redunden en beneficio de los andaluces en general y de los cordobeses en particular. A ellos se une Vox, que irrumpe en escena con fuerza, siendo estos tres partidos los que realmente pueden cambiar el panorama andaluz, ante la falta de liderazgo y empuje de los populares, que no llegan «a romper». El cambio vendrá de la mano de esos partidos emergentes, y será muy importante cómo ello podrá influir en el Gobierno central, ante la distinta posición que tienen los presidentes de la Junta de Andalucía y del Gobierno de España en sus relaciones con ellos. Mientras Díaz prefiere pactar con Cs, quien ya le anuncia que no lo hará, y no con el Podemos de Rodríguez, Sánchez fantasea con Iglesias mientras ignora a Rivera; siendo la postura de Susana Díaz mucho más coherente que la de Pedro Sánchez.

Ante este panorama, está claro que algo va cambiando y algo más profundo debería cambiar, pues la única forma de que acabe la red clientelar de los ERE, los cursos de formación o las tarjetas Faffe es que los miembros del Gobierno andaluz, altos directivos y cargos públicos dependientes de ellos pertenezcan a otro signo político. La corrupción va unida a la permanencia en el poder, y mientras el poder no pase a otras manos, seguiremos perdiendo oportunidades de trabajo, desarrollo y avance en nuestra comunidad y nuestra provincia.

* Abogada