Lo concreto es que múltiples circunstancias han adelantado las elecciones andaluzas al 2 de diciembre: Ciudadanos rompe el pacto con el PSOE, planea el juicio de los ERE y no quieren que coincidan las andaluzas con las generales. De otro lado, la elaboración de los presupuestos andaluces cuenta con obstáculos y pocos apoyos.

En el feminismo aprendimos la lección y sumamos pero no restamos. Somos las reinas del pacto y la mediación. Abandonar la crispación es ya, igualmente, una autoexigencia para la clase política y el pactar puede ser el inicio del cambio hacia una democracia más participativa y menos beligerante. Desde la ciudadanía lo percibimos cansadas, y lo expresamos con el voto. Últimamente, ninguna formación política obtiene una mayoría cómoda, quizá se quiere que en Andalucía se trabaje más allá de los tradicionales tiempos políticos partidistas.

Lo abstracto es que la hostilidad desgasta, crispa a la sociedad y los problemas se resuelven peor. Estamos hartas del «y tú más». Si hacemos construcción colectiva, hay más posibilidad de resolver los problemas de forma eficaz y eficiente, y de tener más respeto por los demás. La política andaluza, como en el resto del Estado, percibe los pactos como un signo de debilidad; es como si la confrontación beligerante atrajera más votos, más interés periodístico, y más respeto en los tribunales que el trabajo de mediación. ¿Qué mensaje confuso trasmitimos a la juventud? ¿insulta a tu oponente y te respetarán más? ¿Y a la vez pretendemos educarlos libres de violencia? En democracia, las soluciones más pacíficas son las más democráticas. Quizá la beligerancia y la judicialización de la política son, actualmente, el punto débil del sistema democrático.

Hemos convertido a los partidos en «vacas sagradas» y las personas están por encima de siglas y formaciones; ellos nacieron para trabajar por la ciudadanía. Podríamos medir el nivel de democracia interna por el lugar que ocupan las mujeres en los partidos o agrupaciones; y el nivel de democracia externa, por su predisposición al diálogo y a los pactos. La ideología, y su tabla de valores, determinará las líneas rojas de los pactos que desee contraer y evitar así oportunismos. A mayor número de pactos, más democráticos.

Hay tres puntos donde pueden confluir la mayoría de las formaciones: medidas urgentes para prevenir que sigan matando a mujeres por violencia machista; que el 41,7% mujeres y varones cordobeses en riesgo de pobreza o exclusión social dejen de estar en tan precaria situación; y mayor inversión en salud para apoyar a los excelentes profesionales gracias a los que sobrevive la sanidad pública.

Si la ciudadanía decide que ningún partido obtenga una mayoría, habrá que tomar nota, bucear en la democracia y pactar con fundamento.

* Profesora de Derecho Eclesiástico del Estado (UCO)