El término «cambio» y la idea de «momento decisivo» suelen ser dos de los ejes clásicos de las campañas electorales, esencialmente para las formaciones que aspiran a gobernar desde la oposición. No obstante, creo que, en esta ocasión, en nuestra cita andaluza del próximo dos de diciembre, ambos trascienden más allá de la contienda democrática para situarse en el ámbito del cambio cultural en un momento que, en efecto, es auténticamente «decisivo» en comparación con las elecciones de las últimas décadas. Casi tanto, me atrevería a decir, que al nivel de las más importantes. Y la referencia se puede situar cuatro días más tarde, el seis de diciembre, cuando se conmemore el 40 aniversario de la constitución.

Creo que cambio y momento decisivo tienen que ver con un entorno y un contexto (propios ambos), en España y la Unión Europea, sometidos a tensiones estructurales e incertidumbres económicas y sociales que requieren un enfoque y una actitud institucional --de gobierno en primer lugar- capaces de encontrar la posición y las respuestas adecuadas en estos momentos. En la práctica, 2019.

El desarrollo y evolución de las sociedades cercanas ha «cogido» tal velocidad exponencial --es el efecto de la cuarta revolución industrial-- que relativizar sus consecuencias o quedarse en la superficie de la espuma tecnológica creyendo que habrá una mano invisible que acabará financiando desde algún lugar nuestro sistema de vida, sin que en el fondo nada cambie, es sencillamente falso.

Por ello, porque el cambio es inevitable y el momento es decisivo de verdad --pensemos desde la evolución del empleo y sus nuevas características, hasta la posibilidad de que los partidos populistas antieuropeos se hagan con el control de la UE-- es importante que el nuevo Gobierno andaluz --y los partidos de oposición del Parlamento- traten de buscar ese reenfoque y esa actitud que Andalucía necesita más que nunca para moverse en este territorio --que es global, no solo peninsular y continental por supuesto-- y garantizarse por sí misma, sin dejar de exigir lo que le corresponde, un progreso para el que está capacitada con seguridad, porque ya lo demuestra en muchos ámbitos, si se la pone a prueba.

La tracción sobre la que moverse se llama Iniciativa. Su adjetivo es Libre. El nombre con la que se la conoce donde funciona sin prejuicios y de forma natural es Empresa. Y no es un simple instrumento extractivo para conformar presupuestos públicos. Es la base de nuestra cohesión social. El cambio cultural inevitable.

* Director de Comunicación Confederación de Empresarios de Andalucía